martes, julio 23, 2024
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Ya no hay pueblo

David Foronda H.

Hace algunos días un profesor de matemáticas, jubilado, se me aproximó para reclamar por una serie de situaciones que, según su criterio, no reciben atención. Es el caso de las aceras, ocupadas abusivamente por comerciantes de toda índole, que ponen en peligro a peatones, sin importarles su integridad física y hasta sus vidas, ante un silencio cómplice de autoridades municipales que pareciera que no existen. “Nadie dice algo sobre esto”, dijo. Se refirió asimismo a lo que sucede en centros médicos dependientes de la CNS, pues, inclusive ancianos tienen que dormir en las aceras de los mismos para lograr fichas para ser atendidos por galenos. “Esto es una atrocidad, pero a nadie le importa”. Muchas otras apreciaciones lanzó, antes de rematar sobre las arbitrariedades que, según su criterio, cometen autoridades de todo nivel del Estado boliviano.
“Ante tan tremenda realidad nadie dice algo, ni la prensa ni los periodistas”, rugió, por lo cual se le hizo notar que sí se comenta, por ejemplo, en los diarios, a lo que replicó “no compramos periódicos”. Entonces –se le dijo– por las redes sociales y respondió “tampoco vemos internet”. No le quedó más que gritar: “nadie dice algo, ya no hay pueblo, está silenciado, hace rato le han cortado las guindas”. En el fondo no dejaba de tener razón dado que otrora bastaba alguna versión en los medios impresos o radiales sobre tal o cual irregularidad, o abuso, para que el infractor de modo inmediato renuncie o sea “renunciado”. Muchos no dejarán de exclamar “qué tiempos aquellos”. Sin duda, había mayor honorabilidad, mesura, y respeto ante una “opinión pública” que se imponía con vigor. Hoy parece que la misma está vapuleada, o casi ya no existiese.
Sin embargo al decir: “ya no hay pueblo”, me hizo meditar, porque bastantes personas ya tienen esa impresión, pues –indican– están a la vista tantas y tamañas afrentas a la colectividad que, se deja hacer y pasar, sin que sean sancionados, por ejemplo, los incendiarios de enormes hectáreas de bosques, que matan a millares de animalitos y la fauna; los bloqueadores de caminos que cometen tropelías, causan grandes pérdidas económicas, hasta de vidas y siguen frescos como una lechuga; los avasalladores de tierras que toman predios ajenos, etc. La pregunta es ¿está tan adormecida la opinión del pueblo? Por cierto, así lo entienden muchos, como ese maestro jubilado, quien supone que es el único que protesta, pero nadie le hace caso.
Se puede decir muchas cosas al respecto, pero ciertamente aquello de despertar y sacar a la calle al pueblo no será lo mejor, como solía decir un líder político: “fácil es sacar a la gente, al pueblo, a las calles, pero después lo difícil es volverla a meter, porque se desborda y es capaz de cometer todo”. De ahí que de una manera u otra es mejor que, sin cesar, exprese su desacuerdo o rechazo a través de todo medio de comunicación al alcance suyo, con la única finalidad de que tamañas afrentas no queden impunes.

www.dafohe.com

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