A principios de febrero, el gobierno nacional y sectores agrícolas del departamento de Santa Cruz firmaron un acuerdo de diez puntos, destinado a mejorar de inmediato las exportaciones de granos, con el objetivo de que ingresen divisas económicas al país, porque la escasez de dólares impide hacer todas las importaciones que son necesarias.
La iniciativa fue como un respiro de alivio y de tranquilidad no solo para los agricultores, sino también para la población en general, que entiende que la falta de dólares en nuestra economía podría ser el origen de un agravamiento de la difícil situación en que ha caído abruptamente la economía boliviana, después de una etapa de “vacas gordas” por la venta de gas al Brasil y la Argentina, principalmente.
Pero, eso no es todo. Ahora resulta que la medicina a está resultando peor que la enfermedad. En efecto, desde hace pocos meses no existe el caudaloso río de dólares que había durante la época de bonanza económica, hace aproximadamente quince años. Ahora casi no hay dólares para abastecerse de maquinaria, repuestos, fertilizantes e inclusive falta moneda nacional para pagar a obreros.
En un círculo vicioso, esa escasez actual de la divisa norteamericana determinará que la agricultura de granos y otros productos reduzca o suspenda su producción y, por tanto, paralice sus exportaciones, con la lógica consecuencia de falta de divisas.
En esa forma, el acuerdo entre gobierno y agricultores fue, en primer lugar, una medida precipitada, puesto que no tomó en cuenta ninguno de los factores nacionales e internacionales para poner “de inmediato” en marcha una gran cantidad de exportaciones, capaz de calmar la sed de dólares, para satisfacer los anhelos de entrar a otra etapa de “vacas gordas”, como hace más de una década, cuando se despilfarraba las divisas y se importaba hasta productos innecesarios. Durante esa etapa de abundancia y derroche de dólares, para favorecer particularmente a sectores masistas, la opinión pública hizo notar que esa bonanza no sería permanente, pero no se le hizo caso.
Lo cierto es que la economía de un país puede ser fácilmente destruida en poco tiempo, pero la reconstrucción económica puede durar entre veinte y treinta años. Es inaudito creer que el problema se resolverá solamente con deseos o anuncios demagógicos. Ese es el legado que nos dejó el populismo con la dupla de Evo Morales y Álvaro García Linera.
Imposible aumentar las exportaciones
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