Si Jesucristo, Nuestro Señor y Dios, no entregaba su vida en aras de la humanidad de todos los tiempos, las esperanzas de resucitar y vivir eternamente, serían vanas. Es con la muerte, pasión y resurrección de Jesús que se gestó la eternidad, la certeza de una vida plena, según expresiones del Padre Eterno.
Cada año todas las iglesias o confesiones cristianas, rememoran el hecho de que Jesús nació, vivió, murió y resucitó para salvar a la humanidad, pero los seres humanos, contrariamente a lo que se esperaba, olvidan y sumidos en su soberbia se consideran dignos de ser divinos poseedores de vida, hacen abstracción de Dios y se dedican a desencadenar guerras que buscan el dominio para convertir a los hombres en esclavos. La soberbia imperante, hace desterrar lo que implica obrar con humildad, reconociendo que todos están obligados a combatir al mal y contribuir a su exterminio definitivo, con miras a que gobernantes y gobernados cumplan con Dios y con los hombres. Éstos, muchas veces dominados por bajos sentimientos y mezquindades de toda laya, actúan con mayor rebeldía, que es autoflagelación, para solaz y beneficio de la soberbia. Cuándo aprenderá la humanidad que Dios, Omnipotente y Misericordioso, siempre perdona y dispone que todos los seres obren atenidos a sus debilidades.
Semana Santa es, pues, especialmente para los católicos, tiempo propicio para acercarse a Dios, mostrarle nuestras debilidades y carencia de humildad, para recomponer nuestra vida y dirigir con humildad y honestidad la vida de nuestros semejantes.
Que Jesús, Nuestro Señor, bendiga a esta nuestra Patria y la colme de felicidad. Que bendiga a los periodistas que trabajan en todo el territorio nacional.
La Pasión de Jesús para salvación de la humanidad de todos los tiempos
Armando Mariaca V.
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