Miles de israelíes se reunieron ayer por segundo día consecutivo en un evento coral de cuatro jornadas convocado en Jerusalén para pedir la celebración de comicios en un país en el que parte de la población culpa a Netanyahu del cautiverio a manos del grupo terrorista Hamas que todavía padecen unos 130 rehenes y del sufrimiento de las familias desplazadas en la frontera.
Los manifestantes, repartidos frente a las calles de la Knéset (Parlamento israelí) en Jerusalén, donde también han instalado un escenario y cientos de tiendas de campaña, ondeaban banderas con los colores de Israel y repartieron pegatinas con el eslogan «fuera» en referencia al gobierno.
«Preferiríamos no tener elecciones, pero con este gobierno somos cada vez más y más débiles», dijo Diana a EFE, una mujer israelí que se sumó ayer a la protesta en Jerusalén llegada, junto a su hermana, de una localidad periférica de Tel Aviv.
El domingo, en el primer día oficial de protesta y mientras más de 100.000 personas comenzaban a tomar las calles de Jerusalén contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, este reiteró estar haciendo todo en su poder para traer de vuelta a los cautivos, secuestrados por Hamás desde hace casi seis meses.
«Entiendo la desesperación y el deseo de hacer todo lo posible para recuperar [a los rehenes]», dijo Netanyahu en una conferencia televisada antes de ser operado de una hernia, y en la que aseguró que unas elecciones «paralizarían» esas negociaciones y solo beneficiarían a Hamas.
Sobre el escenario tomaron la palabra hoy familiares de los rehenes -de los que más de una treintena están muertos, pero sus cuerpos siguen retenidos en Gaza-, el ex segundo jefe del Estado Mayor del Ejército israelí, el general Yair Golan, y renombrados activistas israelíes, entre otros.
«Una línea directa conecta el 7 de octubre -día del ataque múltiple de Hamas- con los fracasos del gobierno Gantz-Netanyahu, siendo el principal de ellos el abandono de los rehenes», dijo Golán, que demandó su retorno «lo antes posible».
En un comunicado, varias familias de los rehenes recordaron hoy a Netanyahu que «redimir a los cautivos es sagrado», y le pidieron que el equipo negociador «no regrese (a Israel) sin un acuerdo». Otros de los participantes tildaron a Netanyahu de «aspiraciones mesiánicas» y le acusaron de no llegar a un pacto por su propia supervivencia política.
Desde el lunes, una delegación israelí se encuentra en El Cairo negociando, tras semanas de estancamiento, un posible acuerdo de tregua y retorno de los rehenes, informó hoy a EFE una fuente de seguridad egipcia, en las que el grupo terrorista Hamas participa de forma indirecta sin estar presente en el país vecino.
Las demandas de ambas partes parecen insalvables, ya que Hamas continúa imponiendo -como ha hecho desde el principio- un alto el fuego «integral» en la Franja como requisito para una tregua; además del retorno de desplazados al norte del enclave y la retirada de las tropas israelíes de Gaza.
Durante semanas, Israel ha calificado esas peticiones de «delirantes», si bien medios locales citan que, en esta ocasión, Israel podría mostrarse más flexible debido a la presión externa.
Alrededor de 32.800 personas han muerto desde el inicio de la guerra el pasado 7 de octubre en Gaza, más del 70 % de ellas mujeres y niños. Además, la destrucción y el hambre se apoderan del enclave, y en el norte una treintena de menores ya ha muerto por desnutrición aguda, según datos de Sanidad del Gobierno de Hamás. EFE
En su discurso del domingo, Netanyahu también repitió su promesa de una ofensiva militar terrestre en Rafah, la ciudad del sur de Gaza donde ahora se refugia más de la mitad de la población del territorio de 2,3 millones después de huir de los combates en otros lugares. «No hay victoria sin entrar en Rafah», dijo, añadiendo que la presión de Estados Unidos no lo disuadiría. El ejército de Israel dice que los batallones de Hamas permanecen allí.
En otro recordatorio de las divisiones de Israel, un grupo de reservistas y oficiales retirados se manifestaron en un barrio ultraortodoxo.
Los hombres ultraortodoxos durante generaciones han recibido exenciones del servicio militar, que es obligatorio para la mayoría de los hombres y mujeres judíos. El resentimiento por esto se ha profundizado durante la guerra. Se ordenó al gobierno de Netanyahu que presente un nuevo plan para un proyecto de ley más equitativo antes del lunes.
Netanyahu, que depende en gran medida del apoyo de los partidos ultraortodoxos, pidió la semana pasada una prórroga.
El Banco de Israel dijo en su informe anual el domingo que podría haber daños económicos si un gran número de hombres ultraortodoxos continúan sin servir en el ejército de Israel. (Infobae, EFE y AP)