miércoles, julio 3, 2024
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En la Amazonia hubo grandes ciudades conectadas por carreteras en el pasado remoto

José Tadeu Arantes

El arqueólogo Eduardo Góes Neves abordó este tema durante la segunda Conferencia FAPESP 2024. El investigador es uno de los principales responsables de la gran revisión que ha alterado el paradigma referente a la antigüedad amazónica.

 

La idea de que la Amazonia fue en el pasado remoto una zona cuasi despoblada, habitada solamente por pequeños grupos indígenas dispersos y carenciados, ha quedado definitivamente atrás. Investigaciones recientes han arrojado la luz sobre otra Amazonia, con abundancia de recursos materiales, un poblamiento denso, carreteras y ciudades. “La presencia humana en la Amazonia se remonta a más de 8.000 años. En algunos lugares, existen evidencias de poblamiento de hace 13.000 años. Y la población total de la Amazonia a comienzos del Siglo XVI de la era actual, antes de la llegada de los europeos, puede estimarse en alrededor de 10 millones de personas”, dice Eduardo Góes Neves, profesor titular de arqueología brasileña y director del Museo de Arqueología y Etnología de la Universidad de Sao Paulo (MAE-USP).

Góes Neves es un referente de la nueva investigación arqueológica y uno de los principales protagonistas de la gran revisión que ha alterado el paradigma referente al pasado amazónico. Y fue el disertante de la segunda Conferencia FAPESP 2024, intitulada “Hay algo nuevo en el pasado: el estado del arte de la investigación arqueológica en la Amazonia”, que tuvo lugar el día 22 de marzo.

“Lo que hemos descubierto durante los últimos años que ha alterado nuestra perspectiva sobre el pasado amazónico ha sido en primer lugar la antigüedad de la presencia indígena. En segundo término, que la región fue un centro independiente de domesticación y cultivo de plantas y que hubo allí más de un centro independiente de producción de cerámica. En tercer lugar, que el poblamiento transformó el paisaje y generó abundancia. Y en cuarto, que la densificación demográfica generó diversidad cultural y urbanización. Actualmente sabemos que había ciudades en la Amazonia y en al menos tres o cuatro contextos distintos”, afirmó Góes Neves.

Vestigios de esas ciudades, escondidos por la densa selva, han venido siendo excavados en campo por Góes Neves y su equipo. Y también se los ha detectado recientemente mediante la aplicación de la tecnología de teledetección aerotransportada conocida como “lídar” (una palabra formada por el acrónimo de la expresión en inglés light detection and ranging). Dicho estudio, a cargo de Stéphen Rostain y sus colaboradores, apareció estampado en la portada de la revista Science a comienzos de este año. En ese trabajo, los autores afirman que el área central del sitio arqueológico de Kilamope, en la Amazonia ecuatoriana, sería comparable en tamaño a la de la meseta de Guiza, en Egipto, o a la de la avenida principal de Teotihuacan, en México.

El paisaje de la Amazonia fue en gran medida modelado por la acción humana. Góes Neves informó que los 390.000 millones de árboles de la Amazonia están constituidos por 16.000 especies distintas. Pero que solamente 227 especies, es decir, el 1,4 % del total, responden por casi la mitad de todos esos árboles. Esta hiperdominancia es claramente fruto del manejo humano. “De las diez especies más hiperdominantes, seis son palmeras. Y la más hiperdominante entre ellas es el azaí”, sostuvo.

El manejo hizo de la Amazonia un centro de agrobiodiversidad y un territorio de abundancia, con la presencia de vegetales como el maíz, la mandioca o yuca, el maní o cacahuate, la castaña de monte o castaña de Brasil, el camote o batata, el chontaduro o pejibaye, el cacao, el ananá o piña, el tabaco, la coca, la guaraná, el ají murupí y muchos otros. “La única evidencia de domesticación del arroz fuera de Asia y de África existe en la Amazonia”, destaca Góes Neves.

Un aspecto importante que el investigador analizó indica que, en esa gran variedad de especies, había pocos cereales más allá del maíz y del arroz. “El cultivo de los cereales impone un ritmo anual de actividad y una necesidad de almacenamiento de los granos que se cosechan. En los casos de las raíces y los árboles, el ritmo es mucho más suelto”, sostuvo. Y asoció esta no predominancia del cultivo de cereales al hecho de que el Estado no se estableció en la Amazonia.

Otro punto que remarca Góes Neves reside en el hecho de que la Amazonia haya albergado diversos centros independientes de producción de cerámica. “La más antigua que conocemos en toda América proviene del sitio de Taperinha, un sambaquí o conchero fluvial ubicado cerca de la localidad de Santarém. La datación mostró una edad de aproximadamente 7.000 años”, comentó.

La presentación de la conferencia estuvo a cargo de Esther Império Hamburger, profesora titular de la Escuela de Comunicación y Artes de la USP. Y contó con la participación en carácter de moderadora de María de Fátima Morethy Couto, docente de la Universidad de Campinas (Unicamp), quien leyó un párrafo del libro Sob os Tempos do Equinócio [Bajo los tiempos del equinoccio], escrito por Góes Neves. La publicación de este libro ya fue objeto de un artículo en Agencia FAPESP (lea más en: agencia.fapesp.br/39639) …

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