Ciertos personajes, que se han atribuido la representación del pueblo boliviano, no hacen otra cosa que jugar con la suerte del país, según sus intereses particulares. Tratando de sacar tajada, para provecho personal. Ignorando, a propósito, la realidad nacional, que conlleva una profunda crisis económica, desde que se hizo patente el agotamiento de los hidrocarburos. Provocando la confrontación, entre hermanos, cuyos resultados siempre han quebrantado la unidad nacional y atentado contra la convivencia pacífica. Cuando Bolivia requiere, ahora más que nunca, trabajo, productividad, exportación, con entendimiento político, para soslayar la adversidad. Están por demás las acciones de odio, mezquindad y revanchismo. O “buscar tres pies al gato”, a quien es considerado adversario.
Parece que no les importaran los objetivos de contenido progresista. Es que viven ajenos a la situación socioeconómica y político cultural, que atinge, actualmente, a la población. Están enfrascados en sus asuntos sectoriales y distraídos por los dimes y diretes. Actitudes que no les permiten proyectar una Patria diferente y competitiva. Disfrutaron la época de las vacas gordas, resultado de las cuantiosas ventas de gas a Brasil y Argentina, pero la negligencia les hizo perder la noción constructiva, con miras al futuro. Y ahora caminamos sin dólares ni empleos formales que garantice nuestro futuro.
Bolivia, que “tiene actualmente ingresos por la exportación de riquezas naturales como oro, zinc, plata, estaño, maderas finas, soya y algo de plátanos” (*), no es feudo ni propiedad de oportunistas, que hicieron de la política un modo no solo de vida, sino de enriquecimiento. Ellos que ahora representan, obviamente, a la camada de los nuevos ricos. Claro que son los seguidores, intransigentes, de los gobiernos que se sucedieron en el Poder, a partir del 2006. Y gracias a la democracia, recuperada el 10 de octubre de 1982. Desde entonces este sistema se impone, de manera ininterrumpida, a favor de la actividad política nacional.
Bolivia es tierra de todos los que trabajan, producen y exportan, desde el oriente y el occidente, sin prejuicios racistas ni regionalistas. Sin color, sigla ni caudillo político favorito. De aquellos que se esfuerzan pensando solo en un futuro mejor. Con la intención de atraer divisas, de reactivar la economía y generar empleo digno y seguro. De los hombres y mujeres que defienden la libertad y practican la democracia. De los compatriotas que no tienen nexos con las dictaduras en Latinoamérica. De los que creen en Dios, en la Patria y el Hogar.
En suma: ningún oportunista, vividor y mitómano, puede atribuirse la representación del pueblo boliviano, que lleva a cuestas los efectos negativos y devastadores de la crisis económica, generada por los desaciertos gubernamentales.
(*) “Crece exportación de riqueza natural”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 27 de marzo de 2024.