Entender la psicología de las masas, tal como la describe Gustave Le Bon en su obra seminal, es fundamental para comenzar a comprender los fenómenos políticos contemporáneos. Los regímenes progresistas, en su búsqueda de apoyo popular, emplean estrategias que se basan en la manipulación de las emociones y percepciones de las masas.
Le Bon argumenta que las masas son irracionales, emocionales y fácilmente influenciables, lo que las convierte en presa fácil para líderes políticos en busca de poder. En este sentido, los regímenes progresistas casi siempre utilizan técnicas de propaganda y retórica persuasiva para conseguir el respaldo de la masa poblacional.
La teoría de Le Bon sugiere que las masas tienden a seguir a líderes carismáticos que prometen soluciones simples a problemas complejos. En el contexto de los regímenes progresistas, esto puede manifestarse en líderes que prometen cambios radicales y una redistribución del poder y la riqueza. Como vemos, la simple retórica vence con facilidad a la racionalización de las ideas.
Sin embargo, la manipulación de las masas por parte de estos regímenes plantea diversas preguntas éticas sobre el verdadero alcance de la democracia y la autenticidad de la participación política. ¿Es legítimo que un gobierno gobierne en nombre de la mayoría si esta mayoría ha sido manipulada emocionalmente? ¿Vale más el voto de una masa popular, que escasamente se detiene a pensar sobre la viabilidad o no de las propuestas, que el voto de una ciudadanía preparada intelectualmente y preparada académicamente? Son preguntas dignas de analizar y resolver.
La psicología de masas también nos puede ayudar a explicar la persistencia de ciertas políticas a pesar de su total falta de eficacia. Si la masa social está convencida por un líder carismático y de buena oratoria de que ciertas políticas son beneficiosas, es probable que la masa social termine apoyando estas políticas, incluso si los resultados no son esperanzadores.
La teoría de Le Bon también sugiere que las masas son propensas a la conformidad y al pensamiento grupal, lo que puede dificultar la disidencia y la crítica dentro de un régimen progresista. Aquellos que cuestionan el status quo pueden ser fácilmente marginados o demonizados como enemigos del pueblo.
Sin embargo, la psicología de las masas no debe ser utilizada como una excusa para desestimar las demandas legítimas de la sociedad. Si bien es importante reconocer el papel que juegan las emociones y la manipulación en la política, también es crucial abordar las preocupaciones genuinas de la población y promover un diálogo constructivo y una participación informada.
En resumen, la obra de Gustave Le Bon sobre la psicología de las masas ofrece una perspectiva valiosa para entender los regímenes progresistas y sus estrategias políticas, en especial en Latinoamérica; sin embargo, también plantea interrogantes sobre la autenticidad de la participación política y la ética de la manipulación de las emociones para mantener el poder.
El autor es Teólogo, escritor y educador.