viernes, diciembre 27, 2024
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Intentando entender

Mario Malpartida

En todos los países existen tantos tipos de ideología como grupos de personas apoyen. En ese mundo se ideologías nació una nueva: Socialismo del Siglo XXI, propuesta por el sociólogo alemán Heinz Dieterich en 1996, en su el libro “Socialismo del Siglo XXI” que adquirió difusión mundial desde que fue mencionado en un discurso por el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el 30 de enero de 2005, en el V Foro Social Mundial.
Los elementos fundamentales de esta ideología son: Economía de equivalencias. Constante reformulación. Representatividad democrática: tricameralidad y democracia directa. Objetivo: una democracia de calidad total. Un lenguaje tan perspicaz merecía el esfuerzo de rastrear para entender: La economía de equivalencias “propone lo que se denomina una economía de valores basada en el valor trabajo que permite obtener un producto o servicio, más allá de las leyes de la oferta y demanda”. (Google). Heinz Dieterich, al final de su obra indica que dicha ideología continúa reformulándose.
Otro concepto inquietante es “calidad total”, respecto a la democracia. Lo primero que sugiere es que tuviera certificación ISO 9001, Gestión a la calidad, pero no es así, “es la capacidad de aprovechar el potencial único que tiene la “poliarquía” o sea el gobierno de muchos, en tanto es régimen político”. ¿Cómo ha sido posible que tan educados conceptos entiendan los habitantes rurales? Sin embargo, hay conceptos menos complejos: “El socialismo es un sistema de producción que se orienta al valor de uso (para satisfacer directamente las necesidades humanas), en lugar de producir sólo para generar beneficios.
Esto ayuda a entender, por ejemplo, por qué las empresas públicas no tienen utilidades, no es su preocupación, porque “… en ellas rige la solidaridad como antropología de la ternura social. Porque además manda la abolición del economicismo, donde el valor es la persona y, en tal sentido, la economía debe estar al servicio de ella y no la persona al servicio de la economía”.
El socialismo del Siglo XXI es un socialismo revolucionario –se trataría de un post socialismo ante la crisis de socialismo actual y el fracaso de la estatización– (a decir de A. V. Buzgalin otro teórico del Socialismo del Siglo XXI). Heinz Dieterich en su obra “Socialismo del Siglo XXI” explica la base teórica, que encontraría, aparentemente, su aplicación, práctica en el proceso chavista hasta el año 2007, cuando por diferentes motivos Dieterich determinó que la teoría del Socialismo del Siglo XXI no se desarrollaba en Venezuela. (Dieterich fue asesor gubernamental del gobierno chavista).
En los hechos, Hugo Chávez entendió a su manera y Evo Morales siguió sus pasos. Chávez procedió a la confiscación de propiedades agrarias, expropió la industria petrolera y agroalimentaria, y procedió a la expropiación de empresas americanas. En política persiguió a quienes identificaba como opositores.
En esta teoría se habla del «Capitalismo de Estado» y se intenta entender de quién es el Estado, al parecer del mandatario, los ministros, algunos militantes y empresarios simpatizantes. Además, en Bolivia resulta ser un hibrido de comunismo, socialismo y neoliberalismo, un poco de todo. Aclarando que el populismo no es ideología sino una actitud: la habilidad de conectarse con el ciudadano; “el líder es una encarnación del pueblo que habla con un lenguaje cautivante”.
Por otro lado, en opinión de Tomas Moulian (sociólogo chileno), «el nuevo socialismo del Siglo XXI” debe enfrentar numerosos y complejos desafíos. Para empezar, tiene que abandonar el error principal del viejo socialismo, la «Estadolatría, o el culto al Estado. El mejor Estado es aquel desde donde se puede combatir contra el propio Estado, desarrollando la asociatividad de ciudadanos, trabajadores, productores».
Así como están las cosas, el futuro y el destino del país no tiene definida una doctrina, es lo que sale de la rutina, vive solamente el presente; habrá que seguir intentando, quizás el tiempo ayude a entender. «Tanto que busca el hombre y solo descubre que hay más».

El autor es periodista.

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