martes, julio 23, 2024
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Fuimos los únicos que teníamos gas

Severo Cruz Selaez

¡Qué tiempos aquellos! Bolivia era el único país que proporcionaba gas, hace aproximadamente 44 años, en Sudamérica. Increíble, pero cierto. Por lo visto, gobernantes y gobernados, orientales y occidentales, quechuas y aymaras, se habrían sentido orgullosos, por ese trascendental suceso. En el parlamento se llenaban la boca, hablando sobre ese tema. Es que despertaba expectativa, dentro y fuera de nuestras fronteras. Se pensaba que, con la explotación y exportación de ese energético, se construiría un futuro mejor, con menos pobreza, desempleo, deserción escolar e inseguridad ciudadana. Con mejores condiciones de vida. Se buscaría el engrandecimiento patrio, para envidia de quienes nos rodean. Es que teníamos gas.
“Bolivia es el único proveedor de GAS en Sudamérica, sino que a su vez somos los únicos proveedores a la Argentina”, sostenía, a tiempo de prestar informe de las negociaciones de gas con Argentina, el senador por Cochabamba, Fernando Baptista Gumucio, en sesión de la Cámara Alta, correspondiente al 10 de enero de 1980 (1).
Pero la realidad, desde entonces a la fecha, ha cambiado radicalmente. El vecino más próximo, con quien manteníamos un importante negocio al respecto y desde hace rato, cuenta ahora con ese recurso energético y posiblemente prescinda de nuestro gas, a la corta o a la larga. Argentina, indudablemente, posee extraordinarias reservas, de ese recurso natural no renovable. Un país que, hasta hace poco, inyectaba millonarios ingresos a las arcas del Estado boliviano, por la compra de ese producto. En la actualidad se han reducido significativamente tales montos. Económicamente ese hecho representó un serio bajón para Bolivia. “La exportación de gas natural a Brasil y Argentina -se comentó hace más de cuatro años- representa un monto significativo para el país, que, en la bonanza del precio del crudo en el mercado exterior, que alcanzó más de 100 dólares el barril, favoreció al valor del gas”. (2)
“El gas se ha agotado”, ciertamente, como bien ha comentado el presidente, Luis Arce Catacora. Ya no tendremos, por lo visto, los ingentes ingresos, de antaño. El hecho marca un tiempo de crisis económica. Un tiempo donde se dispararán los índices de pobreza, de inseguridad ciudadana y del comercio informal. Posiblemente algunos digan lo contrario. Tienen ese derecho. “Las reservas de gas se cayeron, se dijo, debido a que hubo sobreexplotación y al mismo tiempo no se hizo inversión para encontrar nuevas reservas” (3). Posiblemente ahora haya la inquietud por recuperar todo lo perdido. Ojalá ese propósito arroje los resultados que esperamos.
En suma: he ahí la suerte que ha corrido el gas boliviano.

Notas
(1) Fernando Baptista Gumucio: “Intervenciones parlamentarias, estaño, trigo, gas, mar”. Editorial e Imprenta Alenkar Ltda., La Paz – Bolivia, 1980. Pág. 35.
(2) “Urge verificación de reservas de gas para renegociar contratos”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 21 de noviembre de 2019.
(3) “El desastre económico”. EL DIARIO, 17 de junio de 2020.

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