martes, julio 23, 2024
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Los dueños de la verdad

Severo Cruz Selaez

Los dueños de la verdad son, indudablemente, los omnipotentes, que no dan cobertura a versiones del resto de la población. Se encierran en sus propósitos particulares, a fin de ignorar la opinión de los demás. Creen que son dueños de la verdad. Y que sus verdades deberían prevalecer, ante cualquier apreciación discordante. Por lo tanto, odian a los críticos, a los opositores y a los contestatarios, quienes jamás avalarán ni perdonarán sus despropósitos.
Son aquellos que cercenaron, según la historia, los derechos fundamentales, de quienes pensaron y piensan diferente, en dictadura y en algunas democracias, proclives a ella. Acabaron con elementales libertades, con la intención de someter a sus pueblos. “Todo cuanto amábamos –la libertad individual y la libertad de la palabra– ha sido destrozado. Todo cuanto fue objeto de nuestra lucha, ha quedado sin sentido; todo cuanto hemos creado, dicho o conseguido, ya no existe en este momento”, decía el escritor austriaco Stefan Zweig, cuando las fuerzas nazis mantenían, en todos los frentes, su predominio (*). He ahí una prueba.
Por consiguiente: creen ser dueños no solo de la verdad, sino de la vida de sus congéneres. Esconden la pobreza, la miseria y la falta de medicamentos, que aflige a los sectores desposeídos, con la finalidad de soslayar la realidad.
En este contexto, no admiten razones, criticas ni reflexiones, sino que, por apego a sus intereses sectarios, imponen su verdad, tergiversando la realidad. Y se alejaron, de tal modo, de la verdad histórica. Quienes discreparon con ellos, exhibiendo pruebas incuestionables, ante los países democráticos del planeta, con relación a diversos casos de vulneración de los derechos humanos, fueron objetos de acusaciones infundadas y de insultos.
Con esa actitud, los dueños de la verdad siempre han tratado de encubrir sus fracasos, retrocesos y excesos, en diferentes épocas de la historia política. Como también sus pretensiones, de perpetuarse en el Poder. Actuaron lejos de la realidad, para pintar otra muy diferente. Dijeron que garantizaban la libertad, empero la represión, la persecución y el encarcelamiento estuvieron al orden del día. La soberbia y la corrupción, asimismo. Son expertos en tender cortinas distraccionistas.
De ahí que todos quienes sobrevivieron bajo el dominio de los omnipotentes, siempre han luchado por alcanzar el bienestar, en una auténtica democracia. Lucharon, asimismo, por la recuperación de la libertad de expresión, que les permita reiterar la verdad histórica. Se esforzaron por protagonizar un destino distinto e histórico por el bien común. Aún confían en que lograrán ese objetivo, con el respaldo de los pueblos libres del mundo.
En suma: se impone recuperar la libertad, para sustentar la verdad histórica.

(*) Leopold Stern: “Stefan Zweig – El suicida de Petrópolis”. Talleres Gráficos de la Sociedad Impresora Americana, Buenos Aires – Argentina, 30 de diciembre de 1943. Pag, 30.

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