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Los incendios en las áreas de bosques maduros aumentaron un 152 % en la Amazonia en 2023

Luciana Constantino

Análisis de imágenes satelitales muestran que este incremento va a contramano de las disminuciones del desmonte y del total de focos de calor en el bioma. Desde el centro de combate al fuego del gobierno brasileño afirman que se trabaja junto a otras instituciones en acciones de prevención y contención.

 

Incluso con la disminución del desmonte en la Amazonia brasileña en 2023, este bioma está afrontando otro reto: los incendios en áreas de vegetación autóctona aún no afectadas por la deforestación. Un estudio publicado en la revista científica Global Change Biology advierte que los incendios forestales en las áreas de los llamados “bosques maduros” aumentaron un 152 % el año pasado en comparación con 2022, mientras que se registró una disminución del 16 % en el total de focos ígneos en el bioma y una merma del 22 % en el desmonte.

Al escudriñar las imágenes satelitales, los investigadores detectaron que los focos en áreas selváticas aumentaron de 13.477 a 34.012 en el referido período. La principal causa de ello la constituyen las sequías en la Amazonia, cada vez más frecuentes e intensas. Además de los eventos prolongados registrados en 2010 y 2015-2016, que dejaron a la selva más inflamable y provocan la fragmentación de la vegetación, el bioma pasa por una nueva sequía en el bienio 2023-2024, lo que agrava aún más la situación.

Tan es así que el Programa Quemas, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) de Brasil, apunta que el total de focos de calor durante el primer trimestre de 2024 en toda la Amazonia fue el mayor de los últimos ocho años: fueron 7.861 registros entre enero y marzo, lo que representa más de un 50 % de las notificaciones en el país (el bioma Cerrado –la sabana tropical brasileña– se ubica a continuación, con un 25 %). La más alta cifra hasta ahora se había registrado durante el primer trimestre de 2016: 8.240 para el total del bioma.

“Es importante entender en dónde están sucediendo los incendios porque cada una de esas áreas afectadas demanda una respuesta diferente. Cuando analizamos los datos, vimos que los bosques maduros se quemaron más que los años anteriores. Esto es particularmente preocupante, no solamente por la pérdida de vegetación y la deforestación consecuente, sino también por la emisión del carbono almacenado”, afirma el experto en teledetección y autor corresponsal del artículo Guilherme Augusto Verola Mataveli, de la División de Observación de la Tierra y Geoinformática del Inpe.

Verola Mataveli se encuentra actualmente en el Tyndall Centre for Climate Change Research, en el Reino Unido, donde desarrolla parte de su posdoctorado sobre emisiones de gases de efecto invernadero causadas por incendios con el apoyo de la FAPESP, que también financia dicho trabajo en el marco de otros cuatro proyectos…

El año pasado, algunos investigadores del grupo publicaron otro estudio que mostraba ya entonces el aumento de los incendios en una frontera emergente de la deforestación en el sudoeste del estado de Amazonas, en la región de Boca do Acre, entre 2003 y 2019 (lea más en: agencia.fapesp.br/40946).

“Aparte de que la gravedad de los incendios en las áreas de bosques maduros afecta a árboles más antiguos, con mayor potencial de almacenamiento de carbono, contribuyendo así al aumento del impacto de los cambios climáticos, por ejemplo, también genera perjuicios para las poblaciones locales. Manaos [la capital del estado de Amazonas] es uno de esos casos, que fue la segunda ciudad en deterioro de la calidad del aire en el mundo en octubre del año pasado”, añade Verola Mataveli.

Otros estados registraron una situación análoga, incluido el de Pará, donde el conteo de focos de calor en los bosques maduros en el año 2023 fue de 13.804, ante 4.217 en 2022.

Este año 2024, una de las peores situaciones se ubica en el estado de Roraima, que concentra más de la mitad de los registros del bioma. Con la quinta mayor población indígena de Brasil −97.320 personas–, 14 de los 15 municipios de este estado decretaron la emergencia en marzo a causa del fuego. El humo provocó la suspensión de las clases y la sequía severa ha afectado a las comunidades indígenas, al dejarlas sin acceso a los alimentos y expuestas a enfermedades respiratorias, entre otros impactos.

En respuesta a Agencia FAPESP, el Centro Nacional de Prevención y Combate Contra los Incendios Forestales del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y de Recursos Naturales Renovables (Ibama/Prevfogo), vinculado al gobierno federal, dice que ha venido actuando desde noviembre del año pasado junto a otras instituciones en las acciones de prevención y en el combate contra los incendios, actualmente concentrados en distintas regiones del estado de Roraima. Según este organismo, desde el mes de enero, son más de 300 agentes trabajando, aparte de cuatro aeronaves que suministran apoyo a dicho trabajo.

“Los cambios climáticos son apuntados como un factor crítico para el incremento de los episodios de incendios, con El Niño como factor aportador de riesgo, debido a su relación con la sequía prolongada en la región. Remarcamos la importancia de la actuación de los organismos ambientales estaduales y municipales en el combate contra los incendios, en colaboración con los entes federales. Esta colaboración es fundamental para hacer posible una acción más estratégica y eficaz en la prevención y en el combate contra los incendios forestales”, informa el Ibama/Prevfogo.

Al consultárselo al momento de la redacción de este artículo, el Ministerio de Medio Ambiente (MMA) reforzó mediante una nota los puntos que destacara el Ibama.

 

LA RESILIENCIA

La mortalidad de árboles inducida por el fuego en áreas boscosas suele exceder el 50 % de la biomasa situada arriba del suelo, es decir que los incendios tienen potencial como para reducir significativamente las existencias de carbono, fundamentalmente a largo plazo.

Este efecto ya se ha hecho sentir este año. En febrero, las emisiones por quemas en Brasil rompieron el récord, al alcanzar el más alto índice en 20 años: 4,1 megatoneladas (cada megatonelada equivale a 1 millón de toneladas) de carbono, impulsadas por el estado de Roraima, según el observatorio climático y atmosférico europeo Copernicus.

Asimismo, la resiliencia de la selva se ve comprometida, al afectar entre otras cosas a su capacidad de crear un microclima húmedo debajo del dosel de los árboles para contener y reciclar la humedad dentro del ecosistema.

Otro punto que los investigadores pusieron de relieve indica que la creciente inflamabilidad de la selva se erige como un desafío para los agricultores tradicionales, que normalmente emplean el fuego controlado como una forma de manejo de las áreas de subsistencia. Esto requiere de incentivos a las cadenas de producción para que se vean libres de esta práctica.

El investigador Luiz Aragao, líder del grupo y coautor del artículo, remarca que “a medida que el tiempo va pasando sin soluciones efectivas para el problema del fuego en la región amazónica, el bioma se vuelve más vulnerable, con impactos ambientales, sociales y económicos”. Aragao explica que, aun con la disminución de las tasas de deforestación, el área bajo el impacto de este proceso sigue expandiéndose.

“Ya habíamos previsto esto en 2010, en una publicación de nuestro grupo en el periódico científico Science. Tanto las áreas ya deforestadas como aquellas que atraviesan un proceso de remoción de la selva constituyen fuentes activas de ignición del fuego a manos del hombre. Como el desmonte fragmenta el paisaje, al crear más bordes entre los montes y las áreas abiertas, los bosques maduros se vuelven más permeables al fuego. Al sumarse las sequías extremas como la actual a la configuración del paisaje fragmentado, el uso continuo del fuego en la zona y la presencia de áreas forestales más degradadas por incendios pasados, la extracción ilegal de madera y el efecto de borde, se espera una selva cada vez más inflamable. Se hacen necesarias medidas urgentes para mitigar los incendios y mantener a la Amazonia como el mayor bien del país con miras a alcanzar el desarrollo nacional sostenible”, sostiene Aragao.

El grupo sugiere también la intensificación de las operaciones comando y de control y la expansión de las brigadas de incendio, aparte del desarrollo constante de sistemas de monitoreo. “Mediante el empleo de la inteligencia artificial, podemos intentar desarrollar sistemas que, además de mostrar en dónde se han producido los incendios, efectúen una predicción de los lugares con más propensión a ello, para de este modo contar con áreas más específicas como focos de prevención”, añade Verola Mataveli…

Agencia FAPESP

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