En medio de un panorama político y social lleno de desafíos y aspiraciones, surge la urgencia de imaginar y construir el país que verdaderamente anhelamos los bolivianos.
Hay que reconocer que el país que queremos los bolivianos es uno fundamentado en principios éticos sólidos, y la integridad y la honestidad deben ser los pilares sobre los cuales se construye cualquier sociedad digna y justa. En un contexto donde la corrupción y la falta de transparencia han minado la confianza en las instituciones, es imperativo promover una cultura de ética pública y responsabilidad ciudadana.
Asimismo, el país que anhelamos debe ser inclusivo y equitativo, una sociedad donde todas las personas, sin importar su origen étnico, género, orientación sexual o condición socioeconómica, tengan igualdad de oportunidades y acceso a los recursos y servicios básicos. Esto implica no solo políticas públicas que reduzcan las brechas de desigualdad, sino también una transformación cultural que promueva el respeto y la valoración de la diversidad.
El país que deseamos debe ser también sostenible y respetuoso con el medio ambiente. En un mundo cada vez más amenazado por el cambio climático y la degradación ambiental, es fundamental adoptar políticas y prácticas que protejan nuestros recursos naturales y promuevan un desarrollo económico compatible con la conservación del entorno.
Además, el país que buscamos debe ser democrático y participativo, es importante fortalecer las instituciones democráticas y garantizar la participación ciudadana en la toma de decisiones. Esto implica no solo elecciones libres y justas, sino también mecanismos efectivos de rendición de cuentas y control social sobre el ejercicio del poder.
El país que anhelamos debe ser próspero y solidario, se debe construir una economía inclusiva y dinámica que genere empleo, distribuya la riqueza de manera equitativa y promueva el bienestar de todos los ciudadanos. También es necesario fomentar una cultura de solidaridad y cooperación, donde la empatía y el apoyo mutuo sean los valores que guíen nuestras relaciones sociales.
A propósito, varios países que se han desarrollado y son considerados ejemplos a seguir han implementado una combinación de políticas y prácticas exitosas en diferentes áreas:
Estabilidad política e institucional: establecer instituciones sólidas y un marco político estable es fundamental para el desarrollo sostenible. Canadá, Australia y los países nórdicos han mantenido sistemas políticos estables y democráticos a lo largo del tiempo, lo que ha contribuido a crear un ambiente propicio para la inversión y el crecimiento económico.
Educación de calidad: invertir en educación de calidad para el desarrollo humano y económico. Finlandia y Singapur han priorizado la educación y han implementado políticas que promueven la equidad y la excelencia educativa, lo que les ha permitido desarrollar una fuerza laboral altamente calificada y adaptable.
Innovación y tecnología: fomentar la innovación y la adopción de tecnología puede impulsar el crecimiento económico y mejorar la competitividad global. Estados Unidos, Corea del Sur y Alemania han invertido en investigación y desarrollo, así como en infraestructura tecnológica, lo que les ha permitido liderar en sectores como la tecnología, la ingeniería y la ciencia.
Políticas de salud pública: garantizar el acceso a servicios de salud de calidad y promover la prevención de enfermedades es esencial para el bienestar de la población y el desarrollo económico. Canadá, Suecia y Japón han implementado sistemas de salud pública eficientes y universalmente accesibles, lo que les ha permitido mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos y reducir las disparidades en salud.
Desarrollo de infraestructura: invertir en infraestructura física y digital puede estimular el crecimiento económico y mejorar la calidad de vida de la población. Singapur, Emiratos Árabes Unidos y China han realizado inversiones significativas en infraestructura de transporte, energía, comunicaciones y tecnología, lo que les ha permitido mantenerse a la vanguardia en términos de desarrollo económico y competitividad global.
Al adaptar estas lecciones a la realidad boliviana y desarrollar políticas y estrategias adecuadas a nuestras necesidades, podemos avanzar hacia el desarrollo económico y social sostenible. Para ello, es fundamental un compromiso continuo con la implementación efectiva de políticas y programas que promuevan el crecimiento inclusivo, la equidad y el desarrollo sostenible.
El autor es politólogo-abogado y docente universitario.
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