Como se ha hecho costumbre desde el año 2006, cuando el MAS arribó al poder, cada vez que las demandas de sectores sociales no son atendidas de manera satisfactoria, surgen marchas de protesta, huelgas de hambre y, finalmente, el bloqueo de carreteras. Esta última medida de presión es la más perjudicial para la población, ya que impide que las actividades productivas sean normales. Es decir que quienes necesitan ir de un lugar a otro para trasladar productos o simplemente necesitan regresar a sus lugares de origen, no pueden hacerlo, lo que implica enormes pérdidas económicas y al quedar detenidos en carreteras se ven obligados a soportar la falta de alimentos y las inclemencias del tiempo.
Lo más reprochable es que generalmente las soluciones para los problemas demoran tanto por parte de las autoridades nacionales, que los sectores sociales disconformes no encuentran otra manera de hacerse escuchar que recurrir a medidas de fuerza. Y es que abundan las reuniones inútiles entre ministros o viceministros, sin poder de decisión, ante representantes de organizaciones sociales. Además, en todos los gobiernos masistas ha prevalecido el paralelismo sindical, que implica que cuando determinado sindicato no muestra afinidad con el gobierno de turno, inmediatamente es formado otro paralelo, con quienes sí apoyan al oficialismo. Pero de esta manera son debilitadas las instituciones y se da paso a actos de corrupción, pues prevalece el afán de obtener ventajas a cambio de ese apoyo sindical.
En cuanto a la Central Obrera Boliviana (COB), que debería asumir la representación laboral para lograr la solución de problemas, brilla por su ausencia cuando se trata de plantear exigencias al gobierno de turno, por lo cual tiene escasa representatividad y hoy sus dirigentes son cuestionados por la mayoría del país. En consecuencia, en estos días la población soporta nuevos bloqueos de carreteras por parte del transporte pesado que demanda atención para asuntos como la falta de combustible, la falta de dólares y otros.
Y también gremiales han anunciado que en días más podrían asumir esa misma medida porque no son atendidas sus peticiones. No olvidemos que los sectores del magisterio y de salud esperan la atención para sus demandas, entre ellas la abrogación de la “jubilación forzosa”. Inclusive los evistas radicales han anunciado la iniciación de bloqueo de carreteras si organismos estatales no han curso a la candidatura de su caudillo para las elecciones de 2025 o si se intenta proscribir al MAS-IPSP.
Se repite, pues, una medida de presión que ha sido practicada hasta el hastío por el MAS desde antes de hacerse cargo de la conducción de la nave del Estado. Pero hoy los bloqueos surgen por erradas determinaciones gubernamentales que han agravado particularmente la situación económica del país, agobiado por problemas como la disminución de Reservas Internacionales Netas (RIN), el agotamiento de las reservas de gas, la escasez de dólares y muchos otros que ponen en pie de guerra a grandes sectores sociales.
Por todo ello se requiere, más que acusaciones de “golpe blando”, sabotaje interno y externo, afanes desastabilizadores y otras por parte del gobierno, eficiencia para resolver problemas que agobian a millones de bolivianos.