miércoles, julio 3, 2024
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Amenaza de desestabilización y crisis política estructural

El periódico EL DIARIO publicó el domingo pasado una nota editorial acerca de la crisis económica estructural en que se encuentra el país, pero no señala que se trata de una crisis terminal en desarrollo y que tiene indicios de agravamiento del deterioro del “proceso de cambio”, la adopción del socialismo del Siglo XXI y la instauración del Estado Plurinacional, etc., después de una etapa de su existencia.
Hacia el año 2019 ese proceso de cambio (que nada cambió) estaba agotado y la economía y política entraron en un veloz malestar que produjo la insurrección popular de noviembre de 2019, cuando el pueblo demandaba urgentes cambios, antes de precipitarse a un abismo insondable.
En efecto, esa insurrección consiguió expulsar del poder a los gobernantes del MAS IPSP, para ser sustituido por un gobierno provisional revolucionario, que se limite a convocar a una Asamblea Constituyente que dictaría una nueva Constitución, llame a elecciones generales o elija un nuevo presidente de la Nación y ponga al país en su verdadero curso histórico nacional y democrático.
Pero el nuevo gobierno transitorio se dedicó a la burocracia más infantil y en vez de superar la desastrosa situación del país, la agravó, lo cual permitió que el régimen masista destituido en noviembre de 2019 retorne al poder, hecho que permitiría salir de la crisis estructural que había dejado temporalmente y haga avanzar la historia.
Sin embargo, este nuevo gobierno del MAS nada solucionó y más bien agravó la situación y a la crisis económica se sumó la crisis política general, al extremo de poner la realidad histórica del país en el punto de partida de la insurrección de 2019. Es más, se plantea otra vez la necesidad de empezar de nuevo.
En ese sentido, el momento actual es parecido a las vísperas del movimiento insurreccional de 2019. Efectivamente, el equipo que maneja las riendas del país ha llegado a un momento en que se encuentra en un callejón sin salida, con un movimiento social análogo al de noviembre de 2019 o tal vez algo peor, ya que la crisis económica y política estructural necesita un golpe de timón para poder avanzar.
No obstante, el momento actual es más difícil que el de 2019 y los obstáculos son tan enormes que se podría precipitar otro proceso insurreccional que, en las actuales circunstancias, podría ser igual o peor que el de ese año.
En efecto, ese proceso adolece de las condiciones sustanciales que requiere la situación, debido a que se produce en absuelta espontaneidad, falta de objetivos, carencia de partido político consecuente y que señala con claridad de dónde podría partir y a dónde ir. Sí, en efecto, una convicción con esa clase de características, está destinado a sufrir un fracaso peor que los anteriores y desembocar en una debacle de grandes proporciones.
Una presunta nueva conmoción espontánea no llegaría muy lejos, porque es sabido que primero la historia es una tragedia y su repetición es una comedia que termina en un enorme cero o en un círculo vicioso, como ocurre en Bolivia desde hace cincuenta años con golpes militares, asonadas, gobiernos civiles, etc. Pero, aún más, de repetirse el drama se caería en la ley histórica de pasar de lo malo a lo peor y, como ya se ha dicho, no hay tragedia más grande en la historia de la humanidad, que empezar otra vez lo que ya se había empezado.

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