miércoles, julio 3, 2024
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Contemos nuestra verdad

Manfredo Kempff Suárez

Me han hecho pensar las breves palabras que pronunció la senadora colombiana María Fernanda Cabal, en el encuentro Voces de Libertad organizado últimamente por líderes de la derecha en Madrid. Y me ha impresionado por la simpleza con la que ha dicho lo que se debe hacer y no se hace: contar la verdad, lo que vemos por nuestros propios ojos y no por los ojos de la izquierda.
Muchas de sus aserciones las conocemos de memoria y nos preocupan hondamente, como es el hecho de que América Latina está al borde del abismo, pero, más allá de convertirnos en naciones socialistas fallidas, nos llevan camino del narco Estado, que es peor, porque incluye además del narcotráfico, la permanencia fraudulenta en el poder, la autocracia y la violencia. Lo que sucede en Cuba que “vampiriza” a Venezuela, y pasa por Bolivia, Nicaragua y va camino de Colombia, hay que detenerlo, según la senadora Cabal. De no ser así, no se podría conservar los hijos, la familia, el techo, la educación, las costumbres, porque eso sería conservadurismo y todo aquello debería ser desbaratado por el poder determinante de la izquierda.
Los socialistas y comunistas, según la senadora, cuentan su historia como le parece, se inventan mitos, crean las leyendas que impactan, entusiasman a la juventud; naturalmente, esconden sus fracasos, la pobreza, la extrema miseria a que llevan a los países que dominan y la terrible muerte de sus súbditos famélicos y humillados. En Bolivia podemos decir que, como una utopía del paraíso, apareció la narración fabulada del “Che” Guevara en Ñancahuazú y convenció de su grandeza a muchos jóvenes que estaban dispuestos a morir por ese ideal, cuando la verdad es que su guerrilla fue errática, extraviada, maldecida y terminó con casi todos sus integrantes caídos en acción, fusilados o fugados, sin producir mayor efecto que el propagandístico para el comunismo. Teoponte fue otra triste historia de la izquierda boliviana que acabó con un fusilamiento general de los guerrilleros rendidos y que con el tiempo pasó al olvido. ¿Cuál el beneficio? Contar la hazaña a otros jóvenes, que, esta vez, lo pensaron mejor.
No es lo mismo que la derecha, que carece de suficientes historiadores, de cronistas, de periodistas, de narradores de hazañas que conmueven a la gente y que no exhiben héroes. Al no poder contar historias, hacen lo que saben bien y es recurrir a las cifras, los balances, las estadísticas, y, en fin, a las historias verdaderas, de las grandes realizaciones, que a mucha gente no le interesa. Además, sabemos que la derecha crea riqueza, pero se desgasta en el mando, cumple democráticamente con su gestión, y la izquierda llega al relevo puntualmente, para gastarlo todo y bañarse en frenética popularidad. Pese a todo, según la senadora Cabal, la derecha es “inderrotable”, porque nada tiene que mendigar del Estado, ni tampoco ser su incondicional burócrata necesitada de un sueldo. En suma, que vender la verdad es mucho más fuerte que la mentira y hay que hacerlo para poder arrebatarle la juventud al “progresismo” que acapara idealistas y también incautos.
Lo cierto es que la izquierda recurre al romanticismo y al heroísmo en sus historias y capta muchas simpatías. Da la impresión de que todos se sacrificarán y pasarán penurias si es necesario para igualarse económica y socialmente, sin que ofendan a la vista riquezas oprobiosas ajenas. No obstante, ya lo hemos observado, en cuanto los socialistas asumen el gobierno, se acaban los cuentos y las historias, se crea un círculo gobernante superior y privilegiado, y el resto de la población continúa igual o peor, alimentada de propaganda oficialista, teniendo que demostrar adhesión al régimen para tener acceso hasta a la alimentación y perder su libertad política. Los ejemplos de la URSS, la Europa del Este y Cuba son la mejor muestra de este engaño. Mientras que quienes han podido zafarse del socialismo, como varias naciones otrora pobres del Asia, se han convertido en prósperos estados capitalistas, empezando por el admirable Vietnam, antes feroz enemigo del capitalismo.
Todos sabemos que no existe ejemplo alguno de una nación que haya caído en garras del comunismo o del socialismo que no haya vivido con hambre, frío y sin esperanzas. Las muestras que hoy vemos en América Latina son lamentables. Desgraciadamente, es el camino que ha elegido el MAS en sus dos facciones, es decir el suicidio colectivo que debemos evitar.

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