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La gloria del 63

Ernesto Julián Bedregal Patiño

El 31 de marzo de 1963, fue una fecha gloriosa para el fútbol boliviano, la Verde se adueñó del Campeonato Sudamericano, conocido en la actualidad como Copa América; una hazaña, en toda la extensión de la palabra, digna de ser recordada y valorada, siempre que se hable de nuestra amada Selección.
Lamentablemente a muchos se les olvida que, cuando se trata de la Copa América, no podemos conformarnos solo con participar, debemos ir a competir, ya que llevamos la insignia de campeón, estando por encima de Venezuela y Ecuador, selecciones que nunca ganaron el trofeo.
Nuestra camiseta representa el coraje, y la hidalguía de jóvenes comprometidos con su país, a pesar de no tener formación en divisiones menores y no contar con campos deportivos, obtuvieron el título; una Selección que jamás tuvo las condiciones, pero que si tuvo un amor inmenso por Bolivia.
Cuentan las leyendas que jugaban con materiales de pésima calidad, sus botines eran de “toperoles”, tacos hechos con clavos que fácilmente se desgastaban en canchas de pura tierra, y que inclusive traspasaban el cuero, llegando a herir sus pies, hasta dejarlos empapados en sangre.
Ninguno de ellos ganaba dinero por representar nuestros colores, debían ganarse el pan con otras actividades, muchos de ellos trabajaban en alcaldías y otros en Yacimientos; entrenaban desde la seis de la mañana, hasta las ocho menos cuarto, iban a sus respectivos trabajos, para luego regresar a medio día y entrenar una hora más.
Una vida completamente sacrificada, pero muy venerable, pues nos dieron un motivo por el cual seguir luchando, y no dejarse vencer ante las adversidades del momento. Obstáculos que fueron superando a medida que avanzaba el campeonato, demostrando que con firmeza de carácter y amor a la camiseta, se puede llegar a la cima.
El camino del Campeón inició con un empate, el resultado fue un 4 a 4, ante la selección ecuatoriana, el segundo partido terminó siendo una merecida victoria, derrotando a Colombia por 2 tantos contra 1; tras ganar confianza, el tercer partido fue favorable para nuestra Selección, venciendo a Perú por 3 a 2.
Paraguay igual sucumbió ante el ímpetu boliviano, siendo derrotados por el global de 2 tantos contra 0; luego seguiría la selección Argentina, uno de los rivales más complicados de la época, gracias a la garra de Wilfredo Camacho, fue que Bolivia terminó imponiéndose por 3 a 2.
El último cotejo fue el más dramático, pues la selección brasileña complicó a la Verde, adelantándose en el marcador a los 27 minutos, Víctor Agustín Ugarte igualaría el compromiso, esperanza que duraría hasta los 38, pues otra vez Brasil convertiría; nuevamente el temperamento de Camacho tuvo que salvar a Bolivia, con un gol sobre el cierre del primer tiempo.
Los jugadores bolivianos, jamás abandonaron su deseo de ser campeones, en el segundo tiempo ingresaron con bríos, a los 49 minutos Ausberto García anotaría el tercer gol, y a los 57 Máximo Alcócer marcaría el cuarto; pero los brasileños aún no se darían por vencidos, igualando el partido con dos goles de sus máximas figuras.
Solo restaban 6 minutos para finalizar, y a través de un penal que Ugarte ejecutó con maestría, Bolivia terminaría ganando 5 a 4, coronándose Campeón invicto en un Félix Capriles, testigo de tan magnánima epopeya. Actualmente la Selección Boliviana carece de compromiso, los tres partidos preparatorios para la Copa América, bastaron para darse cuenta que esta generación, no conoce lo que es el amor a la Patria.
Salvo algunas excepciones, la mayoría son jugadores descorazonados, dirigidos por un cuerpo técnico resignado. Ya no creo en el discurso cansino, de que los jugadores no cuentan con las herramientas necesarias, para mostrar un mejor fútbol, ¿acaso la gloriosa Selección del 63 tenía condiciones para competir?, ¿en aquella época trabajaban en divisiones menores?, ¿contaban con canchas para entrenar?
Evidentemente, eso es lo que se debe trabajar, para empezar a obtener buenos resultados; pero hasta el día de hoy, nada ha cambiado, más si a eso le sumas, la falta de profesionalismo, con que la mayoría de los jugadores siguen su carrera, y la negligencia de algunos dirigentes, el balompié boliviano es un fracaso confirmado.

El autor es Comunicador, poeta, artista.

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