Siempre he intentado encontrar un tema universal en mis películas. La idea es que, si tienes un pensamiento universal en el centro de tu historia, es posible hacer una película muy personal, específica de una región, que se sienta totalmente única en un tiempo y lugar concretos, y que aún resuene en un público amplio y diverso. El Club de los Vándalos trata sobre nuestra búsqueda de la identidad. Principalmente es de la identidad masculina estadounidense, pero pensar en ello sólo en esos términos se pierde de una idea mayor. Estamos desesperados por encontrar y construir una identidad para nosotros mismos.
Creo que esta es una de las mayores fuerzas impulsoras de nuestra sociedad actual. La gente ya no se define simplemente por su trabajo o por dónde fue a la universidad. Recurrimos a nuestro sexo, raza, cultura e historia para ayudarnos a encontrar una identidad más profunda y significativa para nosotros mismos. Lo que encuentro interesante y lo que El Club de los Vándalos aborda directamente, es que en nuestra búsqueda de una identidad única con mucha frecuencia recurrimos a grupos que nos ayuden a definirnos. Es parte de la naturaleza humana querer pertenecer, pero ese sentimiento se agrava cuando el grupo al que elegimos pertenecer es aún más único.
Cuanto más específico es el grupo, más clara es la identidad. En algunos casos, esto puede ser algo maravilloso y poderoso en nuestras vidas. En otros, puede ser terriblemente destructivo. El Club de los Vándalos representa ambos casos.
Cuando combinas esta idea universal, o la verdad, si quieres ir tan lejos, con una subcultura tan complicada, colorida, peligrosa y seductora como la cultura motociclista estadounidense, creo que tienes la receta para una película que le hablará a mucha gente. Encontré el libro de Danny Lyon hace 20 años y desde entonces, ha sido una obsesión en mi vida. Además de iluminarme con todos los pensamientos mencionados anteriormente también fue, sencillamente, el libro más genial con el que me había encontrado. Mi esperanza era hacer una película que capturara esa emoción y, lo que es más importante, transferirla a un público más amplio. Ese es mi deseo para El Club de los Vándalos.
