viernes, junio 28, 2024
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Según psicóloga forense

Personalidad antisocial y psicopatía son parte del perfil de cura pederasta

> Aunque estas personas sufren un trastorno de personalidad, la experta aclaró que tienen pleno conocimiento de que cometen un delito y actúan con plena voluntad. > Advierten que los abusadores de menores constituyen un alto riesgo social porque no se pueden curar ya que el grado de reincidencia es inminente; cualquier intervención psicológica sería contraproducente al brindarle al sujeto más herramientas para manipular a sus víctimas.

La perversión, una personalidad antisocial sin capacidad de expresión emocional y una carencia de remordimiento o culpa son algunos rasgos típicos de sacerdotes abusadores de menores como Alfonso “Pica” Pedrajas y Luis María “Lucho” Roma, observó la psicóloga forense Lorena Cox.
Para la experta y realizadora de perfiles criminales e informes periciales, curas como “Pica” Pedrajas y “Lucho” Roma encajan en el perfil de una persona con parafilia: psicopatía, perversión y trastorno de personalidad antisocial.
Ambos pontífices dejaron escritos donde confiesan haber vejado, entre los dos, a más de 150 menores de edad, aunque no se descarta que hayan existido más víctimas. Ambos murieron sin enfrentar a la justicia.
Cox señala que los rasgos de comportamiento más frecuentes en este tipo de abusadores son su alta moralidad y transgresión “estratégica” de las normas establecidas, pues planifican sus actos delictivos debido a un alto coeficiente intelectual. Como todo agresor, tienden a aprovecharse de la vulnerabilidad de sus víctimas y valerse de su posición para cometer los abusos.
Cox advirtió que estos comportamientos se repetirán de manera consecutiva, llegando a establecerse un modus operandi. “Planifican meticulosamente cómo valerse de sus víctimas, identificando horarios, ubicaciones y situaciones que les faciliten el acceso. Aprovechan su posición de superioridad para perpetrar estos actos”.
Asimismo, explicó que “estos agresores sexuales no experimentan ningún remordimiento, culpa o empatía” porque buscan consumar sus delitos en busca de satisfacción sexual. Psicológicamente se puede establecer que han desarrollado un trastorno de personalidad en el que padecen una perversión.
En cuanto al momento en el que desarrollan este trastorno, Cox señala que “casi con seguridad comenzaron a desarrollar este patrón desde la infancia”, pues los rasgos probablemente fueron evidentes desde una edad temprana, como comportamientos agresivos o encontrar placer en causar dolor a animales u otros seres vulnerables.
Sin embargo, la experta aclaró que estas personas tienen pleno conocimiento de que infringen la ley y actúan con plena voluntad, pues reconocen que su acción es un delito y entienden las consecuencias legales que conlleva. De esta manera, pueden también crear circunstancias para eximirse de su responsabilidad.
Cox agrega que es típico encontrar evidencias de los actos de estas personas pues suelen emplear medios para recrear o reexperimentar la sensación de satisfacción sexual al momento de perpetrar el delito, más no así para reconocer el acto delictivo. “Algunos abusadores conservan prendas de vestir, escriben, toman fotos o graban videos”, apuntó.
Aunque identificar a una persona con diagnóstico de esta perversión puede ser complicado debido a que aparentan simpatía y moralidad, la experta señaló que hay señales de alerta como “comportamientos excesivamente generosos, caritativos o una disposición de cuidar de los hijos de forma desinteresada”. Asimismo, el perverso desarrolla un alto grado de manipulación e intimidación, lo que puede dejarles secuelas emocionales.
Respecto a su capacidad para mostrar sus emociones, Cox explica que estos sujetos “destacan por su escaso vínculo afectivo y su escasa expresión emocional, lo que se conoce como aplanamiento afectivo”, logrando relatar eventos tristes y alegres con el mismo tono emocional.
Advirtió que los abusadores de menores constituyen un alto riesgo social porque no se pueden curar ya que el grado de reincidencia es inminente, citando los ejemplos de Pedrajas y Roma. “No son susceptibles de cura ni de tratamiento efectivo. De hecho, cualquier intervención podría ser contraproducente al proporcionarles más herramientas para manipular”.

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