sábado, junio 29, 2024
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Escuchar y sanar a sobrevivientes de violencia sexual es esencial para una paz duradera

Natalia Kanem

Las mujeres rara vez inician guerras, pero a menudo son las que más sufren por causa de ellas: expulsadas de sus hogares, separadas de sus familias, privadas de medios de vida y sometidas a violencia. Sus cuerpos nunca deberían ser campos de batalla, pero lo son cuando la violencia sexual se utiliza deliberadamente durante los conflictos para aterrorizarlas aún más a ellas y a sus comunidades.

En medio del aumento de los conflictos en todo el mundo, los casos de violencia sexual relacionada con los conflictos han alcanzado nuevos y aterradores niveles, con un incremento del 50 % entre 2022 y 2023. Las mujeres y las niñas son agredidas y violadas, obligadas a casarse y sometidas a esclavitud sexual. Después tienen que hacer frente a terribles consecuencias que pueden durar toda la vida, como el estrés postraumático, las infecciones de transmisión sexual, el estigma social y el aislamiento, las lesiones físicas y los embarazos no intencionales.

En su mayoría los casos de violencia sexual son cometidos contra mujeres. Un tercio afecta a niñas. Las mujeres que defienden los derechos humanos y prestan servicios de primera línea son cada vez más objeto de ataques.

La violencia sexual en los conflictos es un crimen de guerra que silencia las voces que piden la paz. Ese silencio sólo se profundiza cuando quienes denuncian las violaciones rampantes reciben escaso apoyo.

Trágicamente, en una inmensa mayoría los casos de violencia sexual relacionada con los conflictos no serán denunciados, y aún menos serán enjuiciados. Muchos de los agresores seguirán libres, perpetuando la impunidad. Mientras tanto, las sobrevivientes se quedan demasiado a menudo con escasos recursos para curar sus cuerpos y mentes, especialmente donde los ataques deliberados contra instalaciones sanitarias han dejado a las comunidades desprovistas de servicios vitales.

Cada mujer y niña en cada conflicto merece protección, atención de calidad y acceso rápido a la justicia. En 2023, el UNFPA proporcionó seguridad frente a la violencia de género a unos seis millones de personas en 50 países afectados por crisis. Más de 1.800 espacios seguros ofrecieron a mujeres y niñas un refugio físico y emocional.

Juntos debemos hacer más. Debemos ampliar los servicios para satisfacer las necesidades y salvaguardar los derechos de aún más sobrevivientes. Para ello, es fundamental cerrar la enorme brecha de financiación que obstaculiza el progreso. En este momento, menos del 15 por ciento de los fondos necesarios para servicios esenciales de prevención y protección están disponibles para responder a la violencia de género en las crisis.

Las mujeres y las niñas conocen las soluciones que funcionan mejor para ellas y sus comunidades. Necesitamos su representación en los procesos políticos y de paz antes, durante y después del conflicto. Su liderazgo y participación significativa pueden orientar la toma de decisiones humanitarias para reducir y, en última instancia, poner fin a la violencia sexual en la guerra. Este es un principio que el UNFPA defiende y practica como líder en respuesta de primera línea a la violencia de género en entornos humanitarios.

Una paz duradera sólo será posible cuando silenciamos las armas en lugar de a las y los sobrevivientes de la violencia sexual, y cuando creamos un mundo donde las mujeres y las niñas puedan decir su verdad y vivir con dignidad y seguridad.

 

La Dra. Natalia Kanem es Directora Ejecutiva del UNFPA.

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