sábado, junio 29, 2024
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Tardó en desarrollarse hasta nuestros días

Un agujero de masa inexplicable observa el origen del universo

> Las observaciones se llevaron a cabo en enero de 2023, durante el primer ciclo de observaciones del JWST, y duró aproximadamente dos horas y media.

El telescopio espacial James Webb observó una galaxia en la etapa más joven del universo que exhibe un agujero negro en su centro que ya pesaba mil millones de masas solares.
Mirando hacia el pasado, quedó claro que la luz de la galaxia llamada J1120+0641 tardó casi tanto tiempo en llegar a la Tierra, así como el universo tardó en desarrollarse hasta nuestros días.
El análisis del material en las inmediaciones del agujero negro supuestamente revelaría un mecanismo de alimentación particularmente eficiente, pero los astrónomos no encontraron nada especial. “Este resultado podría significar que los astrofísicos entienden menos sobre el desarrollo de las galaxias de lo que pensaban”.
Las observaciones se llevaron a cabo en enero de 2023, durante el primer ciclo de observaciones del JWST, y duró aproximadamente dos horas y media. Constituyen el primer estudio en el infrarrojo medio de un cuásar en el período del amanecer cósmico, apenas 770 millones de años después del Big Bang (desplazamiento al rojo z=7). La información no proviene de una imagen, sino de un espectro: la descomposición, similar a un arco iris, de la luz del objeto en componentes de diferentes longitudes de onda.
La forma general del espectro infrarrojo medio (“continuo”) codifica las propiedades de un gran toro de polvo que rodea el disco de acreción en los cuásares típicos. Este toro ayuda a guiar la materia hacia el disco de acreción, “alimentando” al agujero negro. La mala noticia para aquellos cuya solución preferida para los masivos agujeros negros primitivos reside en modos alternativos rápidos de crecimiento: el toro, y por extensión el mecanismo de alimentación en este cuásar muy primitivo, parecen ser los mismos que en sus contrapartes más modernas. La única diferencia es una que ningún modelo de crecimiento rápido de los quásares tempranos predijo: una temperatura del polvo algo más alta, alrededor de cien Kelvin más cálida que los 1300 K encontrados para el polvo más caliente en quásares menos distantes.
La parte de longitud de onda más corta del espectro, dominada por las emisiones del propio disco de acreción, muestra que para nosotros, como observadores distantes, la luz del cuásar no se ve atenuada por más polvo de lo habitual. Los argumentos de que tal vez simplemente estamos sobrestimando las masas de los agujeros negros tempranos debido al polvo adicional tampoco son la solución. (Europa Press)

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