Quizá sea cierto que salió en el puesto 48 de su promoción en el colegio militar, o 68, como dicen otros, pero Juan José Zúñiga, si sabe algo, es dejar mensajes ocultos, o encriptados, como se dice ahora.
Mensaje número uno: ha dejado muy claro que, por muy malo que sea el golpe, incluso si no es hecho como Dios manda, se hace con tanquetas en las calles, que también pueden servir para abrir una puerta si has olvidado la llave.
Que la tanqueta haya embestido una puerta del Palacio Quemado es otro error, es cierto, porque ese edificio ha dejado de ser la sede del gobierno: ahora, el presidente del Estado plurinacional y multilingüe atiende al lado, en un mamotreto llamado Casa Grande del Pueblo.
Pero la condición número uno de un golpe, incluso si es mamarracho, son las tanquetas, o los blindados, como dice Zúñiga, que estuvo esperando la llegada de las tropas de Viacha para consumar su hazaña de regalarle un día de gloria a la patria. Después se supo que las tanquetas de Viacha no tenían gasolina y por eso no llegaron a tiempo a la plaza Murillo.
Esto le hizo decir a Luis Arce que no hay mal que por bien no venga, porque si ahora no tenemos combustibles debido a que el cocalero no hizo inversiones en exploración en su gobierno (porque su Ministro de Economía no se lo recomendó), ayudó a impedir que se consumara el golpe más grotesco de la historia boliviana.
Se parece al caso del barco de guerra ruso que está ahora plantado en Cuba por falta de combustible, a pesar de que debía ser una demostración del poderío militar de Putin. Y los cubanos no tienen ni etanol, que es subproducto del azúcar.
Pero volvamos a Zúñiga.
Después de hacer la demostración de que un golpe, si se va a llamar tal, necesita tanques en las calles, con lo que cuestionó, sin decirlo, aquello del “golpe I y golpe II”, mencionó en sus rápidos mensajes, a los presos políticos, es decir a los que están detenidos, por orden del cocalero, por los sucesos de 2019.
En los mensajes de apoyo a la “democracia”, ningún “opositor” ha aludido a esos presos políticos, que suman 365 (en Cuba son 1.233).
Sería bueno que se haga una investigación seria sobre la payasada militar del 26 de junio, que lleve a restablecer, de veras, la democracia, incluyendo el destierro del fraude y la liberación de los presos políticos.
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