El zuñigazo o el falso golpe de Estado, fue una obra de teatro muy mal montada. La burla gubernamental sobrepasó los límites de lo tolerable. El instrumento político, ahora alzó la bandera del autogolpe, utilizó a algunos malos elementos de las FFAA y del verde olivo para montar esta tramoya pésimamente ejecutada, a manera de libreto auto conspirativo. Este declive de engaños y mentiras, no es otra cosa que una receta a la venezolana, pero esta acumulación de pasiones, ambiciones y rencores está dando frutos amargos para el país. Esta jungla política, criolla y mestiza, que hace politiquería barata, está llevando a nuestro país al abismo. Este atropello que ha cometido el gobierno en contra de la ciudadanía, merece un castigo ejemplar, no se puede jugar así con el miedo y la paciencia del pueblo boliviano.
Varios medios de comunicación cooperaron con esta desinformación y manipulación masiva de la gente, que inocentemente creyó que se había gestado realmente un golpe de Estado. Los masistas, como siempre, explotan de manera demagógica la campana de la palabra Democracia. Aquí existe una falsedad cronológica de los hechos del presunto golpe de Estado. El enlace de personajes del gobierno, con los encargados de llevar la orden presidencial, es a todas luces evidente. Bolivia es un país desdichado y frustrado por la calidad de gobernantes que tiene, aquí hay que hacer una análisis crítico y artístico de esta obra de teatro mal ejecutada, que incluye la responsabilidad de todos los bolivianos en este desastre nacional, donde queda mancillada la imagen de nuestro país en el mundo, todo por culpa de la angurria de poder de unos cuantos.
Esta tramoya política, nos demuestra que aquí no hay una política de alto estilo, aquí hay una política de bajo perfil, pues los politiqueros acostumbrados a estas bajas acciones, solo nos demuestran que no quieren desprender sus bocas de las ubres del Estado. El presidente Luis Arce Catacora anhela baños de popularidad en medio de una tormenta que quiere arrasar con su gobierno. La realidad es que su propio partido no lo deja gobernar, dentro de su propio circulo se incubó una célula conspirativa, patrocinada por la elite tecnócrata del MAS, que lo sigue utilizando para lograr sus fines perversos. Todos ellos quieren hacer un gran negocio y sabotear desde adentro al gobierno. Mientras tanto el pueblo boliviano ve al régimen del MAS, sea del ala evista o arcista, como el responsable de todos los males del país. La estrategia política del MAS, siempre ha consistido en utilizar el descontento de los oprimidos, para hacerlo madurar en beneficio de las sanguijuelas que hoy gobiernan Bolivia, mediante una experiencia trágica que se puede denominar “autogolpe” o “autoatentado”, mediante estímulos sensoriales, psicológicos y neurolingüísticos sobre el pueblo.
La evocracia, está matando la libertad, a nuestras instituciones militares y del verde olivo, por otro lado, la Asamblea Legislativa Plurinacional se entretiene en elecciones judiciales, en leyes vacías de sentido y utilidad, en aprobar créditos para ensanchar aún más la deuda externa del país. Lo cierto es que para muchos intelectuales y verdaderos patriotas la convicción de terminar con esta farsa democrática es unánime. El presidente con esta farsa golpista trató de victimizarse ante el pueblo boliviano, convocando al pueblo para que salga a defender la democracia, para luego comunicar a la población que la democracia había sido restaurada nuevamente y que su gobierno está más “fortalecido” que nunca. Es un claro mensaje para aquellos que quieran atentar contra su “dedocracia masista”.
Todo lo contrario, señor presidente, la patria es víctima de ustedes, que como dirigentes emanan y sudan irresponsabilidad. El ex mandatario Morales, demostró que, con libertad electoral, se puede ser dictador, que con libertad electoral se puede suplantar la voluntad electoral, con el estilo seudo socialista. Todo es un negociado y coima para la clase política boliviana, y la cumbre política convocada por el TSE para julio solo será otra farsa democrática. Lo cierto es que la clase política está nerviosa, desacreditada y entre las cuerdas, porque las finanzas del país sufrieron una sangría, que no puede repararse hasta ahora, peor todavía con los baratos shows políticos montados por el poder, para conservar el poder por las buenas o por las malas, como dicen los seudo dirigentes evistas o arcistas.
Vamos a cumplir pronto 20 años de indignación colectiva, Bolivia está descontenta por la desorganización política y económica. El desorden que alteró el sistema político dentro del país tiene nombre y apellido, tanto del partido gobernante, como del aventurero golpista de la democracia. Todos lo saben, todos lo ven, no es preciso ni siquiera nombrarlo, en el pasado fruto de ese descontento fue el MAS y su caudillo, que quebró para siempre el orden del país. Durante casi 20 años estos cuervos se alimentaron de la pobreza de los más vulnerables y con la miseria de los profesionales que a lo único que pueden aspirar es a ser funcionarios públicos. Todos quieren asegurarse en sus puestos, no importa si hoy se llaman evistas o arcistas, ya se sea en el ejército o en la policía nacional o en cualquier entidad pública. Aquí hay un comercio abierto y clandestino de cargos públicos. Tarde o temprano estos falsos socialistas, terminarán por desenmascarar su propio complejo y resentimiento social, al ponerse al servicio de los poderosos. Esa es la suerte del MAS en Bolivia, que degeneró en el partido político tradicional, representante de la clase o dirigencia política decadente del país.
Jhonny Vargas es Politólogo y Docente de Postgrado.