Cuando la crisis económica tiende a tocar fondo, se requiere, básicamente, certidumbre, para encaminar asuntos externos e internos, con debida premura. Certidumbre que deben irradiar los hombres de Estado, como prueba de su vocación de servicio a la nación. Ningún exabrupto debería empañar la imagen de ella ni frustrar su destino promisorio. Las pugnas domésticas son secundarias y solo los temas de interés nacional son perentorios. Que la mitomanía no distraiga a la población boliviana, que exige soluciones ante la situación actual, pues la moneda nacional ha perdido su poder adquisitivo. Exige, en ese marco, decisiones que restablezcan la estabilidad económica, a fin que se reencauce la cotidiana actividad, en paz.
Ante un panorama nacional tan caótico en materia económica, que incide sobre pobres y ricos, es imperioso recuperar la certidumbre. La necesitamos para inyectar optimismo en quienes atraen dólares, que tanta falta nos hacen. Para alentar las actividades productivas, comerciales e industriales, que tienen hoy serias dificultades. Para estabilizar los precios de la canasta familiar. Para recuperar credibilidad en el contexto mundial.
Desgraciadamente, por el manejo dispendioso de los recursos de la bonanza económica, resultado del auge gasífero, ahora confrontamos un desastre económico. Los responsables del despilfarro de los dólares que reportaban las ventas de gas a Brasil y Argentina, caminan orondos y con pretensiones de perpetuarse en el Poder. El agotamiento del gas ha mermado los ingresos. “La disminuida producción de gas natural de 60 millones de metros cúbicos por día en 2014 a 36 millones de metros cúbicos día en 2023 y con tendencia a bajar a 31 millones de metros cúbicos durante este 2024, deja una profunda preocupación sobre los ductos y tuberías de gas domiciliario que también podrían quedar disminuidos, hasta casi vacíos si no se rectifica la política y leyes sobre hidrocarburos”, dijo un parlamentario (*).
Que los apetitos personales no contribuyan a crear malestar y el desencuentro de la ciudadanía. Que no empañen la imagen de Bolivia. Que no profundicen la suspicacia entre las naciones con quienes mantenemos fluidas relaciones. Y no ahuyenten la inversión privada, nacional y foránea, que nos hace falta para generar empleo. Las empresas estatales, creadas por el influjo político, son insuficientes para tal efecto.
Vivimos apremiados por problemas muy sensibles y parece que no tienen soluciones prontas. La incertidumbre, en ese contexto, se ha apoderado de los amplios sectores populares. Obviamente quienes viven de la política no sienten esa realidad que provoca zozobra y desesperación. El gobierno de turno, para colmo de males, ha perdido credibilidad, por los hechos recientes ya conocidos.
En suma: se debe recuperar la certidumbre, que signifique paz y tranquilidad.
(*) “Negros nubarrones sobre la economía y el futuro de Bolivia”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 23 de junio de 2024.