De acuerdo con estudios realizados por expertos de cinco países de la región, Bolivia es un paso casi obligatorio de varias rutas del contrabando en la región. Ocupa el puesto 22 del ranking realizado por la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado, y cuenta con un crecimiento más acelerado de crimen organizado.
Las investigaciones de Inteligencia evidencian la presencia de al menos ocho organizaciones criminales, cuyos ilícitos se desarrollan en Sudamérica y muy probablemente tengan operaciones en algunas localidades de Bolivia. La lista incluye al Primer Comando da Capital y al Comando Vermelho (Brasil); a los Choneros y Tiguerones y Lobos (Ecuador); el Tren de Aragua (Venezuela); y Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa (México).
Los expertos mencionaron que hay evidencia concreta del nivel de organización de las bandas criminales que se dedican al contrabando, pues tienen armas de fuego para protegerse, usan distintas estrategias para lavar dinero y corromper a funcionarios públicos. Las organizaciones de contrabandistas no solo replican modelos de otras actividades ilícitas, como el tráfico de drogas, armas y trata de personas, sino que las combinan.
Indicaron que si se analiza las características y forma de operar de estas actividades ilegales, sus áreas de acción y su estructura organizativa, se comprueba que el contrabando corresponde a una actividad delictual del Crimen Organizado Transnacional. La información fue presentada durante el 9° Encuentro de la Alianza Latinoamericana Anticontrabando (ALAC), que se llevó a cabo en el centro de convenciones de Fexpocruz el martes y miércoles, pasados.
Factores de incentivo
El exviceministro de Orden Interno del Ministerio del Interior de Perú, Rubén Vargas, abogado con maestrías en Derecho Constitucional y en Terrorismo Internacional, aseveró que cinco son los factores asociados al desborde del crimen organizado en la región.
“El incremento del consumo global de cocaína, oro, madera, el crecimiento sostenido de la acumulación informal e ilegal de capital, la crisis migratoria asociada delitos y violencia extrema, las limitadas capacidades de los operadores de seguridad y de justicia, y la agudización de la crisis política”, impulsan el crecimiento de los mercados ilegales y son el motor del crimen organizado en la región.
Para Vargas, la demanda global de cocaína “presiona” a los países productores andinos a producir más y al crecimiento del paso de mercancía ilegal en los pasos fronterizos.
Al respecto, el chileno Carlos Gajardo, exfiscal experto en delitos económicos, informáticos, lavado de activos y corrupción y profesor de la Universidad Católica de Chile, indicó que el contrabando de cigarrillos es un indicador que sirve para asimilar el crecimiento acelerado del ilícito en los últimos años.
En ese sentido, estudios de la Universidad Católica de Chile revelan, con base en información desde los consumidores, que su país pasó de tazas del 20% al 30% hasta llegar en 2023 a casi el 50% de presencia de cigarrillos de contrabando en su mercado. Gajardo añadió que un elemento que también puede haber facilitado el incremento de este delito en los últimos cinco años es la inmigración sobre todo de venezolanos en la región.
Medidas necesarias
En las alocuciones que los expertos de diversos países tuvieron a manera de exposiciones individuales y en paneles que incentivaron el análisis sobre este flagelo, hubo un elemento en común: la necesidad de la toma de medidas no solo al interior de cada país, sino en estrecha coordinación y apoyo entre las instituciones para fortalecer los controles.
Rubén Vargas aseveró que para contar con fondos, para el fortalecimiento del control en las fronteras y una lucha contundente contra el crimen organizado, debe haber un cambio en el enfoque de la solicitud de apoyo de nuestra región hacia los países consumidores de cocaína, el cual debería cobrar un sentido de mayor responsabilidad desde los últimos, tomando en cuenta que a medida que crece el consumo también aumentan los ilícitos en los países productores.
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Presentación del estudio. Foto Cortesía