lunes, julio 8, 2024
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La pérdida de lo auténtico

Recuerdo que hace mucho tiempo una compañera de trabajo, asistente de la dirección, tecleaba las actas del consejo técnico de la escuela, con máquina de escribir alemana, supongo en ese entonces de la Alemania del Este, cuyo ruido era ensordecedor y para borrar un error había una especie de papelito y al teclear sobre él, “borraba” la letra.
Años después surgió la máquina de escribir eléctrica, con menos ruido, más rápida la escritura, hasta que desapareció, hoy deben ser piezas de museo. Años después surgen las computadoras, con un cajón de fondo, luego desaparece éste último y ahora hay un sencillo portafolio.
La tecnología no se detiene, la tendencia es que los procesos industriales, la vida en general sea mucho más rápida, se necesita menos empleados, por ende, hay más desempleo, lo cual no es nuevo. Si desea revise las llamadas revoluciones industriales a lo largo de la historia.
No puedo dejar de mencionar lo que está de “moda”, el llamado Chat GPT, que es un modelo de lenguaje, cuyo objetivo es generar texto de manera autónoma y coherente, donde basta una “insinuación” de texto, a partir del cual se generan oraciones y párrafos coherentes.
Miles de artículos repercuten y cuestionan en el campo de la educación, sobre todo sobre lo negativo: el fraude, y los docentes una vez más son “desarmados, aplastados”, pues la tecnología se adecua para el mundo laboral. Después les corresponde a los docentes, sin dejar de menospreciar la brecha tecnológica.
Mencionaba que con la tecnología vivimos más rápidos, por ejemplo: «enciende la luz de la cocina; apaga el radio; ¿qué hora es?; revise la llanta de su carro…; y en el peor de los casos, no nos hablamos entre sí, nuestra vista se centra en lo que nos muestra y orienta una pantalla» ¡Increíble, pero cierto!
Y para una muestra concreta, ¿por qué dejamos de ser auténticos, creativos? Entiéndase «carácter original y genuino de una cosa, que no es falsa; capacidad de crear nuevas ideas o conceptos, de nuevas asociaciones entre ideas y conceptos conocidos, que habitualmente producen soluciones originales». Una compañera había utilizado la aplicación Chat GPT y me mostraba el resultado de un trabajo con sus estudiantes y pedía que le diera mi opinión.
No se la di, por error o por tratar de no ser poco ético, pero lo que había logrado en pocos segundos, era un trabajo muy elemental, pero a la vez complejo para estudiantes de apenas 11 y 12 años, acompañado de ilustraciones (que el propio programa “acompañaba”), desequilibrio entre textos e imágenes, etc.
A quién califico, ¿a los estudiantes o a Chat GPT?; ¿Investigaron los estudiantes la realidad de la información?; ¿comprendían lo que “alguien” le había escrito? Aprender y aplicar para los estudiantes, no resulta tan sencillo, como cuando orientas «apaga la luz». Por suerte la diferencia está es que somos humanos, pensamos, tenemos sentimientos, reímos y lloramos, amamos a nuestros padres, abuelos inclusive a nuestros docentes.
Por favor, no perdamos nuestro raciocinio.

El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas.

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