Los gobernantes de turno, son, en definitiva, los responsables de la situación económica actual, que origina serios problemas en la mayoría de las actividades, tanto públicas como privadas. Situación que puede tocar fondo, sino no se toman las previsiones del caso. Que ha provocado, en principio, la pérdida del poder adquisitivo, del boliviano, en detrimento de los bolsillos del ciudadano común. Que se ha excedido, en el mercado negro, la cotización de la divisa norteamericana, poniendo en apuros a quienes trabajan con esa moneda. “Entonces, rige la oferta y la demanda, por lo que el precio del dólar fluctúa, llegando a ocho o nueve bolivianos, con la amenaza de seguir subiendo” (*).
Es incomprensible cómo hemos caído en esa situación, habiendo el país generado la bonanza económica que duró más de una década. Para algunos fue el “milagro boliviano”. Otros decían que la “economía estaba blindada”. Y no faltaron quienes sostenían que teníamos “un mar de gas”. Realmente el sostén de la economía nacional fue la explotación y exportación de ese energético. Una vez agotado éste, todo se fue a pique. Por medio estuvo el derroche de la moneda verde, que reportaba la venta de ese producto a países vecinos. Y ahora estamos en un laberinto económico, sin una posible salida inmediata. El veredicto de la historia recaerá, en caso que caigamos al despeñadero, sobre aquellos elementos, despilfarradores e irresponsables, que no supieron sumar racionalidad en sus actos.
En consecuencia, es necesario e imperioso, en esta coyuntura económica tan riesgosa, que privados y públicos, despojados de sus intereses particulares, asuman la tarea patriótica, desde luego, de salvar a Bolivia del abismo económico, que se ensancha y profundiza día que pasa. Solo con el esfuerzo de ambos sectores, se podrá recuperar la estabilidad económica, que permita devolver, de manera inmediata, certeza, tranquilidad y seguridad a la ciudadanía, inmersa en la incertidumbre. El reencuentro de estos dos protagonistas de la historia no es imposible. Que lo hagan, obviando las diferencias político ideológicas y como también las reticencias que tanto daño provocan, pensando tan solo en Bolivia y su prosperidad. Pensando en el bienestar social, particularmente de la gente necesitada. Aún es tiempo para que los aludidos reflexionen y se pongan al servicio incondicional de la nación boliviana. Ojalá sea lo más antes posible.
Y quienes jamás soportaron a los privados, deberían revisar, por esta única vez, esa rígida posición, que siempre reiteraron, en el marco de la prédica sectorial. Sean inclusivos, ahora más que nunca, porque Bolivia vive la emergencia económica. Que el intercambio de inquietudes, entre públicos y privados, sea fructífero, por el bien del pueblo boliviano. Que la tolerancia se imponga, como signo de entendimiento. Que la aproximación de lo público con lo privado dé resultados favorables.
En suma: la ciudadanía está esperanzada en que públicos y privados, trabajen juntos, por el bien de la Patria, que se encuentra acosada por las dificultades económicas.
(*) “La falta de divisas empeora la crisis”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 19 de mayo de 2024.