Vivimos tiempos ideologizados. Somos amigos de regímenes que, a título de democracia, limitaron la libertad, consagrada en 1789. Persiguieron, descalificaron y encarcelaron a quienes no comulgaban con su prédica en contra del mundo capitalista. Que incluye, obviamente, a la nación que vio nacer a Jorge Washington. Se valen, para ello, de un proyecto continental, llamado Socialismo del Siglo XXI, que agenda la actividad política en la región. Sus líderes están en contacto permanente con gobiernos, afines a esa corriente. Éstos se apoyan mutuamente, para encarar ciertos programas de interés común. Pero los problemas sociales, con elevados índices de pobreza, no son atendidos debidamente. Parece que no les importara.
En consecuencia, quienes hablan, o escriben sobre Estados Unidos, son estigmatizados como lacayos de esa potencia. Quisieran que la batería de comentarios, de análisis político, vaya en contra de ese país y a favor de gobiernos autoritarios, que incurrieron en actitudes de intolerancia, verticalismo, despotismo y caudillismo. Que ya manifiestan, a estas alturas de la historia, una tendencia al declive.
Asumen aquella actitud porque el imperialismo, como dicen los izquierdistas, estaría al acecho de nuestros recursos naturales. Porque estaría detrás de los hechos del 26 de junio pasado. Porque estaría conspirando en contra de los gobiernos de turno. Pruebas al respecto no existen. Parecen meras conjeturas. Quizá son productos de la inventiva, con los que se trata, en esta coyuntura económica tan adversa, de distraer a propios y extraños. En este marco, desde hace tiempo, el país no tiene relaciones a nivel de embajadores con EEUU, sino consulares.
No estamos escribiendo a favor de Estados Unidos, sino tratando de poner los puntos sobre las íes. Es fluida, por lo tanto, la actividad comercial, entre ambos países. La exportación anual de Bolivia a Norteamérica alcanza un monto aproximado de 700 millones de dólares, por concepto de diferentes productos. Los principales son: estaño, coco, almendras, nueces y trigo. “Durante los últimos cinco años las exportaciones de Bolivia a Estados Unidos han tenido un incremento a una tasa anual de 12,6%, desde 376 millones en 2017 a 681 millones en 2022”, sostienen entendidos en la materia.
Consultando la historia, afirmamos que Bolivia ha vivido durante años de una sustancial ayuda norteamericana. “Más de 400 millones de dólares han llegado desde la revolución de 1952” (*), hasta la década de los sesenta. Esta versión no es un invento nuestro, tiene su respaldo documental. Con acciones solidarias de esta naturaleza, se fortificaron los lazos de amistad entre las dos naciones americanas.
En suma: nuestras relaciones diplomáticas deben ser incluyentes y jamás excluyentes, por el bien común. Aún tenemos tiempo para revisar posiciones.
(*) “Visión” – Revista Internacional -, Vol. 35 – No. 4, 2 de agosto de 1968. Pág. 17.