En nuestro país la violencia escolar afecta a miles de niños y adolescentes, con graves consecuencias para su educación, su salud y bienestar. Pero no todos los estudiantes sufren la violencia de la misma manera, ni por las mismas razones. El género influye en la forma, la frecuencia y la intensidad de la violencia en el ámbito escolar.
Muchos adolescentes confunden los conceptos de sexo y género. Sexo es una “condición biológica”, no es elegible: uno nace con tal sexo y punto. Este mismo hecho no se repite para el concepto de género.
El género suele ser masculino y femenino, pero en vez de aludir a partes del cuerpo, se refiere a roles, expectativas y comportamientos esperados por la sociedad, según el sexo. Por ejemplo, las ideas sobre cómo se espera que hombres y mujeres se comporten, se vistan y se comuniquen son estereotipos que pueden crear climas de desigualdad y discriminación que faciliten la violencia.
En el ámbito escolar, los estereotipos de género se manifiestan de diversas formas. Por ejemplo, se espera que los niños sean más agresivos y competitivos, y que las niñas sean más pasivas y obedientes. Estas expectativas pueden llevar a que los niños sean más proclives a ejercer violencia, y que las niñas sean más propensas a ser víctimas de violencia.
Por otro lado, los niños y los adolescentes también son víctimas y perpetradores de violencia escolar, pero con características diferentes. Los varones suelen estar más involucrados en actos de violencia física, como peleas, agresiones o vandalismo. Estas conductas pueden estar motivadas por la presión de grupo, la búsqueda de reconocimiento o la imitación de modelos violentos. Asimismo, los varones pueden ser objeto de burlas, insultos o amenazas por no ajustarse a las normas de masculinidad dominantes, como ser fuertes, valientes o heterosexuales. Estas situaciones pueden generar angustia, frustración o ira, que a su vez pueden desencadenar más violencia, miedo o traumas psicológicos permanentes.
En cuanto a niñas y adolescentes, son los grupos más vulnerables a sufrir violencia de género en centros educativos. La violencia puede incluir acoso verbal y sexual, abusos sexuales, toqueteos impúdicos e intimidación. Estas formas de violencia pueden provocar ausentismo escolar, malos resultados académicos, deserción escolar, baja autoestima, depresión, embarazos y transmisión de enfermedades sexuales. Además, la violencia de género en las escuelas reproduce y refuerza los estereotipos y las desigualdades que existen en la sociedad, limitando las oportunidades y los derechos de niñas y adolescentes.
Para prevenir la violencia escolar de género, es necesario abordar los factores que la originan. Esto implica educar a niños y niñas en materia de género, para que comprendan que todos somos iguales y con los mismos derechos y oportunidades. Por otro lado, es necesario implementar políticas y programas de prevención de la violencia escolar con enfoque de género.
La violencia de género en escuelas y sus alrededores impide que muchos niños y niñas desarrollen plenamente su potencial académico y personal. Pero también en la familia son aprendidos estereotipos machistas que solo son repetidos por los jóvenes. Desde la familia es necesario tomar medidas urgentes para combatir este problema.
Estereotipos de género y violencia escolar
Rolando Rodríguez Quenta
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