domingo, diciembre 29, 2024
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Narciso Campero en la Guerra del Pacífico

Oscar Espinosa García

Parte III

 

El general Manuel Baquedano, comandante del ejército chileno, fijó el 26 de mayo para el ataque al ejército aliado. El 25 de mayo a las 6 de la tarde el ejército se trasladó a Quebrada Honda a 11 kilómetros de donde se encontraba el ejército Perú boliviano. Este día el general Campero sorprendió a sus subalternos comunicándoles que su condición de Presidente de Bolivia y por tanto de Supremo Director de la Guerra había terminado, en vista de que la Convención Nacional debía estar iniciando sus sesiones en La Paz. Él se ponía a órdenes del coronel Eliodoro Camacho y nombraba al contraalmirante Lizardo Montero como jefe superior de las fuerzas aliadas. Montero, Camacho y los demás jefes no aceptaron la resolución de Campero, más bien lo nombraron General en Jefe del Ejército Aliado.

Un escuadrón de caballería peruano que estaba en misión de vigilancia sorprendió a una recua de 60 mulas llevando odres de agua. Fueron capturados dos de los cinco arrieros, los que informaron que el ejército chileno se estaba reuniendo en Quebrada Honda. Reunidos Campero y los jefes peruanos y bolivianos decidieron marchar a Quebrada Honda y sorprender al ejército chileno. El ejército aliado partió a las 12 de la noche dividido en tres columnas al mando de Campero, Camacho y Montero. En el camino, la marcha se vio dificultada por la camanchaca o niebla del desierto, las tres columnas perdieron la dirección que las llevaría al campamento enemigo y se produjo una gran confusión. Campero ordenó que se regresara a donde habían partido.

Las unidades llegaron al campo donde esperarían al ejército chileno entre las 6 y las 8 de la mañana. Cuando se disponían a tomar desayuno, se produjo el toque de generala, avisando que el ejército chileno se encontraba a la vista. Todos los batallones ocuparon el lugar que tenían señalado para enfrentar al enemigo.

El ejército aliado estaba distribuido en tres alas, el ala derecha comandada por el contralmirante Lizardo Montero, la del centro por el coronel Miguel Castro Pinto y la de la izquierda por el coronel Eliodoro Camacho. Estaba compuesto por 12.000 combatientes, 6.500 peruanos y 5.500 bolivianos. Como artillería tenía 17 cañones y seis ametralladoras. Su caballería no pasaba de 300 jinetes. El ejército chileno contaba con 19.600 combatientes, gran cantidad de baterías de montaña y campaña operadas por 1.950 hombres y una caballería de 2.300 jinetes.

La batalla se inició con el duelo entre las artillerías, que no tuvo mayores efectos. Las unidades de la primera división del ejército chileno, con sus 3.200 combatientes, se lanzó en ataque contra el ala izquierda comandada por el coronel Camacho. Sus combatientes resistieron con mucho valor el ataque. El batallón Sucre, compuesto por jóvenes adolescentes de la ciudad de Sucre, penetró profundamente en el campo enemigo, pero con un costo muy alto que significó su aniquilación en un 81 %. Cuando la resistencia se hizo precaria, el coronel Camacho pidió al general Campero refuerzos, quien le mandó a los batallones Aroma y Colorados. Los dos batallones lograron recuperar el terreno perdido. Su avance fue detenido por el ataque de un batallón de la caballería chilena que logró dispersar, pero ya no pudo contra la tercera división chilena y tuvo que replegarse.

En las alas del centro y de la derecha los aliados combatieron también con mucho valor, resistiendo el ataque chileno de la segunda y cuarta división respectivamente. A las cuatro horas de combate, los aliados llegaron al límite de sus fuerzas. El general Campero se reunió con el contralmirante Montero, jefes que habían sobrevivido al combate y el prefecto de Tacna, decidieron que el ejército aliado sobreviviente se retirase del campo de batalla. Los bolivianos iniciaron el camino de regreso a su patria.

En el camino de regreso, en Yarapalca, el general Campero escribió el 27 de mayo de 1880 al Presidente de la Convención Nacional: “Señor: el día de ayer, en una meseta situada a dos leguas de Tacna, después de un reñido y sangriento combate de 4 horas, fue deshecho el ejército aliado de mi mando. Hubo momentos en los que la victoria parecía balancearse, mas la gran superioridad del enemigo, en número, calidad de armamentos y demás elementos bélicos, hizo inútiles todas mis disposiciones y los esfuerzos de los bravos defensores de la Alianza”.

Campero regresaba a Bolivia derrotado y agotado, le escribió a su esposa “me hallo ileso, lo que me preocupa es que cuenta voy a dar a la nación del ejército que me confió”. Grande fue su sorpresa, cuando en Charaña el 31 de mayo de 1880 recibió un correo de la ciudad de La Paz, que le comunicaba que la Convención Nacional reunida el día anterior, lo había elegido como Presidente Constitucional de la República. Campero aceptó la designación.

 

El autor es Ingeniero civil.

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