viernes, diciembre 27, 2024
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Secuelas pulmonares pueden empeorar dos años después de internaciones por Covid-19 grave

Maria Fernanda Ziegler

En el marco de un estudio realizado en Brasil mediante el seguimiento de 237 pacientes ingresados al hospital general y escuela de la Universidad de Sao Paulo, se constató que en un 91 % de los casos aún exhibían alteraciones en los pulmones 24 meses después del alta, de las cuales la fibrosis –en el 33 % de los casos– era la más preocupante.

 

Dos años después del alta hospitalaria, en la mayoría de los pacientes que tuvieron COVID-19 grave y debieron ser intubados son detectadas secuelas pulmonares que se proyectan a largo plazo. Incluso algunas personas que había experimentado una buena recuperación tras padecer la enfermedad volvieron a exhibir una desmejora en el cuadro al cabo de 24 meses de la internación. Esto fue lo que mostró un estudio realizado en Brasil en el Hospital de Clínicas de la Universidad de Sao Paulo (HC-FM-USP) –el complejo hospitalario administrado por la Facultad de Medicina de dicha casa de estudios–, en el marco del cual se lleva a cabo un seguimiento de 237 pacientes que desarrollaron la forma grave de la infección en el año 2020.

Entre los participantes, 219 (un 91 %) presentaban alguna alteración pulmonar en esa evaluación realizada luego de dos años, con 139 (el 58 %) casos de inflamación en dichos órganos y 80 (un 33 %) de fibrosis (cuando, como consecuencia de múltiples daños, el tejido sufre alteraciones que lo vuelven más rígido y dificultan los intercambios gaseosos). Entre los que tuvieron lesiones similares a la fibrosis, cinco pacientes (un 2 %) mostraron una mejoría de las alteraciones pulmonares en comparación con la evaluación realizada un año después de su internación. Sin embargo, 20 (un 25 %) exhibieron una desmejora en el cuadro.

El referido estudio sobre las secuelas pulmonares de los pacientes con COVID-19 grave, publicado en la revista The Lancet Regional Health – Americas, forma parte de un proyecto apoyado por la FAPESP y por el Instituto Todos pela Saúde (liderado por Itaú Unibanco, el mayor banco privado de Brasil). El grupo de científicos pretende que el seguimiento se extienda a más de 700 pacientes durante al menos cuatro años tras haber sobrevivido a la internación ocasionada por el COVID-19. En este trabajo son investigados los impactos del SARS-CoV-2 en lo concerniente a diferentes aspectos, que comprenden desde cuestiones genéticas hasta los efectos físicos, psicológicos y cognitivos, en lo que se ha convertido en una de las principales cohortes sobre el tema en el mundo.

“Con relación a las cuestiones pulmonares, dos años después del alta hospitalaria se detecta un perfil de pacientes –que requirieron entrada en UTI y ventilación mecánica, fueron intubados y son ancianos– con señales de evolución hacia secuelas pulmonares. Debemos efectuar un seguimiento para saber si las mismas serán definitivas. Otro dato de interés, que muestra de qué manera el coronavirus está sorprendiendo a todos, lo constituyen los 20 participantes que habían experimentado una mejoría durante el primer año y volvieron a desmejorar en el momento de efectuárseles la evaluación pulmonar al cabo dos años”, comenta Carlos Roberto Ribeiro de Carvalho, docente de la FM-USP y coordinador del estudio.

La cuestión de la fibrosis es tan preocupante que, en la evaluación de tres años pos-COVID (que ya se ha concretado y que aún se encuentra en análisis), los investigadores pretenden efectuar biopsias (exámenes de broncoscopía) para estudiar más a fondo lo que se ha venido observando vía tomografía en términos de alteraciones de la capacidad pulmonar.

“Debemos descubrir si se trata de cicatrices o de una fibrosis que está instalándose. La biopsia es importante, pues hay que evaluar la necesidad de efectuar intervenciones con medicamentos [corticoides o antifibróticos] para intentar bloquear la evolución del proceso fibrótico”, dice el investigador.

Ribeiro de Carvalho explica que existen más de 200 factores que pueden llevar a la formación de cicatrices y fibrosis pulmonares. Las causas más conocidas son la inhalación de polvo de carbón, silicatos o amianto por trabajadores mineros o aquellos dedicados al procesamiento fabril de esos materiales. Están también las enfermedades autoinmunes como la esclerodermia, el lupus y la artritis reumatoide, cuyas inflamaciones pueden generar esas cicatrices pulmonares.

“Esto también se había observado en otras neumonías virales, pero en el caso del nuevo coronavirus la frecuencia parece ser mayor. Es un problema que debe monitorearse, pues cuando la fibrosis se encuentra en un estadio avanzado existen solamente dos tratamientos que son muy complejos y costosos: el uso de medicamentos [que se consideran de alto costo] o el trasplante pulmonar. Por ende, se trata de una secuela de gran peso para las personas y con un costo elevado. Existe incluso una preocupación con respecto a la sobrecarga del Sistema Único de Salud [la red nacional de salud pública de Brasil, conocida por las siglas SUS]”, afirma.

 

SIN FIBROSIS, PERO CON BRONQUIOLITIS

En el estudio también se identificó otro perfil de secuela pulmonar pos-COVID: el de pacientes que no requirieron atención en UTI, pero que hubo que suministrarles oxígeno, y que están evolucionando hacia un cuadro de afección en las vías aéreas pequeñas, una especie de bronquiolitis.

“A diferencia de aquellos pacientes que fueron intubados y que padecen ahora fibrosis, los que requirieron únicamente el suministro de oxígeno durante su internación están evolucionando hacia una enfermedad en los bronquios que aún estamos estudiando”, dice.

Este trabajo apunta a ayudar en el diseño de nuevos protocolos de tratamientos destinados a los pacientes con secuelas pulmonares pos-COVID o COVID largo. Ribeiro de Carvalho sostiene también que las principales quejas son la fatiga y la debilidad.

“Observamos que ambos síntomas pueden estar relacionados con tres aspectos distintos. En algunos casos, la fatiga y la debilidad pueden estar asociadas a la enfermedad pulmonar. En otros, puede tratarse de una enfermedad cardíaca. Y existe también la posibilidad de que sea un problema muscular como la sarcopenia [la pérdida significativa de fuerza y de masa muscular], por ejemplo”, comenta.

“Es necesario tener esto en cuenta, pues el tratamiento será distinto en cada uno de esos casos. Pero es importante fundamentalmente saber que existe el tratamiento y que nuestro proyecto de investigación tiene por objeto expandir la comprensión sobre las secuelas del COVID-19 y acerca de cómo se las ha de tratar. Esta es nuestra búsqueda”, añade… (Agencia FAPESP).

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