lunes, julio 29, 2024
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Compartiendo diálogos conmigo mismo

El estilo de Dios; expresión a imitar

Su actitud es de sumar pulsos y pausas a golpe de corazón próximo, de compasión con pasión mística y de ternura a través de la visión del alma. Por ello, hemos de hacer de la vida un don, jamás una posesión, un desgaste y una entrega total, reproduciendo el amor que Él tiene por nosotros: de amarnos sin medida, con un resplandor que no se oculta y que ilumina las noches oscuras, con el rostro tan alegre, como sereno y sonriente.

I.- LA GNOSIS DE LA VERDAD DE DIOS
El hecho de que la fe, ejercita la aceptación de lo que uno es, nos lleva a conjugar el espíritu; reencontrándonos para ampliar, una correlación entre análogos.
La evidencia vive en nosotros, sólo hay que amarse de verdad, entrar en razón y salir de aquí, despojarse de mundo y elevarse, con la gran sinfonía del retorno.
Regresar al Padre es revivirse, volver a revolverse contra uno, observarse en la contemplativa, para poder eclipsar la mentira, y alumbrar nuestros interiores.

II.- DIOS, ÚNICA ESPERANZA DEL JUSTO
El ritmo del mundo me agota, me incomodan sus ejecuciones, me molestan sus explotaciones; sólo en Dios encuentro reposo, porque de Él viene la entereza. La marea de terrores me carga, el mar de violencias me hunde, y las olas corruptas me ahogan; con Jesús me repongo el alma, y con el sol de la mente, revivo.
Al renacer a los pies de la cruz, se extingue la llama del pecado; el Señor es la fuente de gracia, el apego pleno para orientarse, la calma que nos colma de luz.
III.- LA PRESENCIA DE DIOS
COMO POETA
Cristo nos cautiva y nos cultiva, nos prende al verso cada aurora, nos labora de amanecer a diario, nos injerta la inspiración del ser, pues su ser es nuestro ser con Él.
Nos reagrupa y agrupa cada día, nos busca y rebusca por doquier, nos requiere y nos quiere níveos, que la pureza todo lo tranquiliza, conciliando y reconciliando ojos.
En la mirada mansa está el aire, el hálito divino que precisamos, la ternura de la práctica cercanía, el ahogo del acoso de aquí abajo, y el desahogo del soplo místico.

corcoba@telefonica.net

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