Retroalimentación en contexto educativo

La retroalimentación es un concepto polisémico, presente en diversas disciplinas y, en términos básicos, alude a la comunicación entre distintas partes de un sistema, Señala que se trata de la información sobre la brecha entre un estado de referencia y un estado deseable. Esta información es usada para cerrar esa brecha.
Para la retroalimentación, la información sobre la brecha entre el actual nivel y el nivel de referencia debería alcanzar un estudiante, lo que significa que el aprendiz debe poseer un estándar (meta/nivel de referencia/objetivo) que le permita comparar el nivel actual de desempeño con el estándar, para así enlazarlos, mediante una acción apropiada que conlleve al cierre de la brecha. En consecuencia, la retroalimentación consiste en entregar información al estudiante, que le permita distinguir dónde estuvieron sus errores e identificar cuál es el camino que debe recorrer para desarrollar eficazmente una tarea y/o actividad de aprendizaje, a fin de alcanzar el estándar/meta/nivel de referencia. Posee dos funciones, a saber:
1) Entregar un enunciado acerca del desempeño, ya sea por medio de una clasificación o una nota, y una razón que indique la manera en la que se consideraron las fortalezas y debilidades de la respuesta.
2) Entregar consejos o sugerencias respecto a la manera en la que se podría haber elaborado una mejor respuesta.
Para que la retroalimentación en el aula sea efectiva, se debe contemplar aspectos como:
a) Entregar información con claridad.
b) Apuntar solamente al trabajo desarrollado por los estudiantes y no a la persona.
c) Realizarla lo más cercana en tiempo a la aplicación de la situación de evaluación.
d) Considerar la participación activa de las y los estudiantes.
e) Ser netamente descriptiva, estructurada y detallada. Se denomina la retroalimentación con este tipo de características como retroalimentación descriptiva dialógica.
En el trabajo de las instituciones educativas, eventualmente puede marcar la diferencia en el aprendizaje, la noción de retroalimentación, pues para que los estudiantes mejoren, deben conocer el estándar deseado, con el fin de comparar el desempeño actual con éste. Es decir, los estudiantes deben conocer qué es lo que se espera de ellos, para que puedan realizar las tareas y/o actividades de aprendizajes de manera correcta. De esta manera la retroalimentación, como práctica sistemática en el aula, contribuye a la actividad mental constructiva del aprendiz, ya que dinamiza, moviliza y restructura el sistema cognitivo, al tratar de erradicar las falencias y establecer las nuevas relaciones entre los conocimientos.
La retroalimentación posee un impacto tal, que es considerada como una de las acciones que posee un poderoso efecto en el logro de los aprendizajes de los estudiantes, por lo que su desarrollo puede constituirse en una pieza fundamental en ese sentido. En consecuencia, los profesores deben desarrollar prácticas de retroalimentación que permitan a sus estudiantes alcanzar los aprendizajes esperados. En este contexto, una retroalimentación de calidad permite enseñar a los estudiantes cómo están desarrollando las actividades de aprendizaje, cómo pueden hacerlo mejor, cuáles son los errores más comunes que cometen y cómo pueden corregirlos. El desarrollo de una retroalimentación sistemática permitirá propiciar en los estudiantes autonomía y el desarrollo de la metacognición, pues es a partir de la información proporcionada por el profesor que el estudiante puede autoevaluar su desempeño. Podemos mencionar que los profesores deberían considerar en sus prácticas lo siguiente:
a) Asignación de tareas que iluminen el pensamiento.
b) Dar la oportunidad a los estudiantes de analizar la retroalimentación recibida.
c) Construir la capacidad de autoevaluación de los estudiantes.
d) Generar una relación de confianza con el estudiante.
En síntesis, la retroalimentación resulta fundamental en los procesos evaluativos desarrollados en el aula. Es esencial para que los estudiantes logren un aprendizaje eficaz.