Es posible decir que la política agraria del gobierno del Estado Plurinacional, contenida en la Constitución Política actual y aumentada por sus ministros, es muchísimo más destructora para la agricultura, que la más devastadora crisis climática que se pueda imaginar. En efecto, esa política agraria ha paralizado la economía agraria del país, excepto en Santa Cruz, y ahora han sido dictadas nuevas medidas de libre comercio, de tipo anti proteccionista, que constituyen un verdadero tiro de gracia para la agricultura residual que se encuentra en estado agónico y, se puede decir, que está a la espera de los santos óleos.
El Gobierno ha dictado un decreto supremo firmado por todos sus ministros, poniendo en práctica la política populista de libre comercio con todo el mundo para la importación de trigo y derivados. Ha señalado que el arancel cero estará en vigencia hasta fines de este año, es decir, precisamente en la etapa de cultivo de ese grano; cuando los comerciantes aprovechan para hacer grandes importaciones de dicho producto y cuando algunos de nuestros agricultores indígenas aprovechan para vender su cosecha de trigo en el mercado nacional.
Se ignora, al respecto, que esa importación libre de trigo y harinas determinará competencia desleal a los productores nacionales, rebajará sus precios y se quedarán con los crespos hechos, con el producto de su trabajo.
Esa medida arancelaria no hará sino terminará de dar muerte a la pequeña agricultura de trigo y aumentará el consumo de harinas extranjeras. Es más, únicamente favorecerá a los agricultores extranjeros, desesperados por encontrar mercados de consumo como el de Bolivia, que, por lo demás, sigue gastando divisas que, dicho sea de paso, escasean. Al mismo tiempo se debe agregar que esta política agraria, contraria al proteccionismo, es prolongación de la que se está aplicando a rajatabla desde hace veinte años, la cual ha dado golpes de muerte a la agricultura andina del país.
En referencia a la liberación de aranceles para la agricultura del país, cabe indicar que esa medida solo beneficiará a grandes agricultores, pero de ninguna manera a los pequeños productores indígenas, ya que éstos no pueden ser objeto de crédito bancario formal.
Otro desvío político que se pretende impulsar con la anulación de aranceles para la importación de trigo, es que se plantea mecanizar la agricultura en unos meses para mejorar la producción, sin que se tome en cuenta que esa rama técnica necesita años para entrar en producción. Por fin, si no se soluciona el problema de la tierra previamente, será imposible que se produzca más papa.
Mortal decreto para importación de trigo
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