lunes, noviembre 4, 2024
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En tiempos de crisis

Se dijo que, en las épocas autoritarias, asumidas a partir de 1964, se derrochó una cantidad enorme de recursos del erario nacional. Se denunció, también, probables hechos de corrupción y narcotráfico, que habrían comprometido la imagen del país. “Donde se ponía el dedo, saltaba pus”, advertían. A ese extremo se habría llegado. Pero parece que ocurre lo propio, en el sistema democrático restituido en 1982. Por esas actitudes, la democracia, tendería a deteriorarse.
Los gobiernos de turno, intentaron en el pasado mediato vender, inclusive, la “custodia del templo de San Francisco” (1), de La Paz, a fin de salir de la crisis económica que impedía ejecutar proyectos de interés común. No lograban obtener dinero para encarar la gestión. Entonces, para atender los requerimientos coyunturales, trataban de recurrir a lo más accesible. He ahí la desesperación y el desatino de quienes creían ser los “enviados”. Éstos actuaban movidos por afanes políticos, sin preocupación por la preservación del legado histórico, fuente de inspiración cívico – cultural.
Aquellos, salvo excepciones, siempre han sido despilfarradores. “Echaron la casa por la ventana”, buscando perpetuarse en el Poder. Nos legaron, recientemente, un país inmerso en crisis económica. Y sus consecuencias, como la escasez de combustibles y dólares, la elevación de la canasta familiar y falta de empleos, las estamos soportando. Pese a que, a poco de comenzar el año 2000, hubo una bonanza económica, como resultado del boom gasífero. Bolivia, desde su fundación, en 1825, jamás había vivido una situación de esa índole. “De los más de 5.000 millones de dólares que percibía el Gobierno en 2014, dejó de recibir 3.200 millones, por lo que no tiene recursos para la inversión pública” (2), según ha reiterado el economista, y docente de la Universidad Católica, Gonzalo Chávez.
El gobierno anterior, mediante el ministro de Economía y Finanzas Públicas, afirmó que dejaba a su sucesor una “disponibilidad de 17.000 millones de bolivianos, recursos que vienen de fuentes externas, así como de internas. Saldo disponible sin contar las reservas” (3). Los entendidos, en esta materia, tendrían que abordar, sin apasionamiento, el esclarecimiento de este asunto, para inscribirlo, en la historia económica nacional.
Pero, en la presente gestión, se habría vendido el oro del Banco Central para pagar deudas, cubrir sueldos y subsidios, menos para la inversión pública, según se subrayó.
En suma: he ahí un pálido reflejo del pasado y presente, que amerita una seria reflexión.

NOTAS
(1) Carlos Aramayo Alzerreca: “Saavedra el último caudillo”. Editorial “La Paz”, La Paz – Bolivia, con prólogo de Tristán Marof, de 1941. Pág. 207.
(2) “Economía boliviana ingresa de nuevo a una desaceleración”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 7 de octubre de 2023.
(3) “Gobierno proyecta crecimiento económico de 4,2% para 2021”. EL DIARIO, 30 de octubre de 2020.

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