miércoles, agosto 28, 2024
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Compartiendo diálogos conmigo mismo

El pan vivo bajado del cielo

A pesar de estar descarriados, por este materialista carril terrenal, Dios Padre siempre nos motiva hacia el Hijo, para que le sigamos y podamos ser motivo de inspiración gloriada. Cada cual consigo mismo, es el que abre sus sendas interiores, para que la semilla de la certeza florezca en los andares. Con las entretelas abiertas, nos reconocemos y reencontramos, porque el Espíritu Santo nos eleva a la mística relación de amor y vida.

I.- Tomar parte durante toda la vida: en su pensar y en su querer sagrado
Seguir a quien es verdad y vida, nos colma el corazón de alegría, da pleno sentido a nuestro obrar, pero implica renuncias y apuros, ir a contracorriente y no fenecer.
Conscientes de nuestra flaqueza, de nuestras trabas y dificultades, de nuestros intereses mundanos; pero alcanzando la justa estrella, volveremos a mirarnos en Jesús.
En comunión con el Libertador, adorarle y saber que Él nos ama, es la mayor quietud por la tierra; curso en la cancha de los ciclos, y soporte para nuestros andares.

II.- Tomar parte durante toda la vida: en su hacer y en su quehacer etéreo
En el hacer de Cristo está la cruz, su gran pasión es la conciliación, ser uno como el Padre y Él lo es, manantial de compasión perenne, de bondad y de perdón por todos.
No hay mejor servicio que servir, no hay mejor donación que darse, no hay mejor dicha que ofrecerse, ni superior alimento que el aliento, pues la idea de ese pan es el amor.
En la Eucaristía lo que se declara, es el velo a una velada de afectos, la gracia del Altísimo en nosotros, su viva Palabra y su níveo Cuerpo, que nos sacia y nutre de sí mismo.

III.- Tomar parte durante toda la vida: en su partir y en su compartir sereno
Un rehacerse y hacerse cada día, con la trenza viva que nos reúne, para loar el memorial armonioso, por el que somos parte del verso, que reparte comunión de latidos.
Dejémonos vivir y en este revivir, extendamos la pauta del Redentor, ensanchemos el amar sin medida, haciendo de nuestra savia un don, la de retornar próximo al prójimo.
La confianza en el Maestro divino, nos invita a estar en plena guardia, porque el Creador nos percibe luz, nos atiende a todos los problemas, con la fe puesta en el lazo fraterno.

corcoba@telefonica.net

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