martes, septiembre 17, 2024
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Acoger a Cristo en el corazón

Víctor Corcoba Herrero

Vivimos orientados hacia las realidades celestes, al advertir el apego divino en nuestras habitaciones interiores y al experimentar el acompañamiento del Mesías, por esta fatigosa vereda que nos transforma en un moverse satisfecho, tras un removerse contemplativo, después de hospedarnos con soledad en el silencio, para encontrar la paz consigo mismo y reencontrarnos con lo armónico.

I.- Pongan en práctica la palabra: cuidémonos de las miserias mundanas
Hay que oírse para no engañarse, conocerse para no desconocerse, y atenderse para no desatenderse; que la existencia es para hallarse, y una vez ubicados ir al Salvador.
Situados en la senda de su verbo, uno ha de volverse y revolverse contra sí, para renacer en la voz mística del poema, sin más pena, que dejar mundo y tomar el cielo.
Que marchen los vahos perversos, los pensamientos sin percusiones.
Activemos el culto a la contrición: escapen las maldades de nosotros, y retornen las bondades celestiales.

II.- Pongan en práctica la palabra: démonos al camino del espíritu
La mística expresión nos vivifica, nos aclara y clarifica los andares;
es fuerza de Dios para el camino, extensión que nos ciñe a la cruz, abrazándonos de esperanza viva.
Refundirse con la pasión divina, nos borra todas las desolaciones, la tormenta de los mil tormentos. El llanto de la alegría nos renace, con la verbena del verbo celestial.
Vestirse del mensaje en silencio, es regresar al pudor de la balada, al soplo gozoso del reencuentro, sin miedo a despojarse de cosas, para seguir al Altísimo, al Amor.

III.- Pongan en práctica la palabra: centrémonos en proclamarla
En la paz del templo todo renace, nada se agota y todo se vivifica, se colma de bien y todo se calma, también nuestra vivaz inquietud, y desaparece nuestro gran terror.
Por encima del tifón se levanta, el horizonte de la función sacra, el espacio de la alianza perpetua, entre el Señor y el alma viviente, con la glorificación del caminar.
La alborada resplandece de loas, el viajero vierte glorias cada día, proclama la grandeza de la Cruz, con la fe de que el recogimiento nos guarde, nos done al Redentor.

corcoba@telefonica.net

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