A dos semanas del anuncio del Gobierno sobre la contratación de un avión bombero para sofocar los incendios en el oriente del país, que hasta la fecha no se hizo efectivo, el fuego sigue arrasando vastas extensiones de terreno. Mientras tanto, las comunidades afectadas y los equipos de rescate enfrentan una crisis humanitaria que va mucho más allá de la falta de medios aéreos para apagar las llamas.
La inacción no solo ha permitido que el desastre ecológico continúe, con más de cuatro millones de hectáreas quemadas, sino que también ha expuesto una cruda realidad: la falta de provisión de recursos básicos para las personas, especialmente mujeres, que están en primera línea y las víctimas.
Bomberas y familias de comunidades como Concepción, evacuadas por los riesgos a su salud, no solo están combatiendo las llamas, sino también la precariedad.
“Salieron con la ropa puesta”, relató a Erbol, Erika Bayá, representante de la organización “Alas Chiquitanas”, que coordina la entrega de ayuda humanitaria. En medio del caos, las necesidades básicas de mujeres y niñas han sido prácticamente ignoradas. Toallas higiénicas, ropa interior y artículos de higiene personal, como shampoo y cepillos de dientes, son considerados “como oro” por quienes están en el terreno.
Es incomprensible que en un país que se enfrenta a un desastre de esta magnitud, no se prevean las necesidades mínimas de quienes combaten el fuego y de las comunidades afectadas.
La centralización de los esfuerzos en alimentos y medicamentos, aunque necesarios, ignora la urgencia de artículos de higiene personal, vitales para la salud y dignidad de las mujeres y niñas afectadas por el desastre.
Los bomberos, entre ellos, muchas mujeres, enfrentan condiciones extremas. Además de la falta de equipos especializados, deben lidiar con ampollas en los pies por el uso prolongado de botas de seguridad, sin contar con suficientes pares de medias o calcetines para cambiarse con frecuencia. Estos elementos, aparentemente insignificantes, son esenciales para mantener su bienestar, mientras recorren grandes distancias en las zonas afectadas.
Es alarmante que la ayuda y la planificación del Gobierno no contemplen estas necesidades básicas.
El anuncio de la contratación de un avión bombero, que aún no ha dado resultados visibles, parece ser una medida tardía e insuficiente frente a la magnitud del problema.
La falta de una acción efectiva está dejando a las comunidades y a los voluntarios en un estado de abandono, obligados a improvisar para sobrevivir, mientras el fuego sigue destruyendo el oriente boliviano. (Erbol/EL DIARIO)