Desde la llegada del MAS al poder, en 2006, comenzó la retórica de que comenzaba un “proceso de cambio”, para implantar políticas a fin de que el país salga del atraso impuesto durante 500 años por el colonialismo. Asimismo, el nuevo gobierno se identificaba como de esencia indígena, por lo que se presumía que los nativos serían favorecidos con gran ayuda, sin discriminación, pues se decía que ésta sería eliminada de raíz.
Sin embargo, a casi veinte años de gobiernos masistas, esas frases bonitas se las llevó el viento, pues numerosos hechos demuestran que, por el contrario, los más favorecidos han sido los partidarios del MAS, que han gozado del derroche de los recursos obtenidos por la venta de gas a países vecinos durante la época de las vacas gordas. Por esa repartija de dinero han sido denunciados numerosos casos de corrupción y entrega de obras a manos llenas a sectores afines, como canchitas de césped, aeropuertos de dudosa utilidad, edificios aparatosos que hoy están en deterioro, viajes insulsos de delegaciones oficialistas al exterior, etc.
Mientras que poblaciones indígenas carecen de apoyo hasta hoy, como en el occidente, donde miles de campesinos se ven obligados a migrar a las ciudades o a países vecinos en busca de mejores condiciones de vida. En consecuencia, cada vez hay menos alimentos nativos y proliferan los productos que ingresan por contrabando.
En el caso de los indígenas del oriente, la situación es dramática, pues son acosados por empresas dedicadas a la agricultura y ganadería, así como migrantes, llamados interculturales, que se asientan en tierras del oriente y reciben títulos del INRA, como si fueran propiedades comunitarias. En este último caso, los colonos fueron favorecidos por varias leyes promulgadas por Morales, por las que son quemadas millones de hectáreas para ampliar zonas de cultivo de granos, la ganadería y actividades irregulares, como el tráfico de tierras, de animales, la extracción de minerales y sembrar coca ilegal.
Como resultado de tan nefastas políticas masistas, hoy observamos los incendios de millones de hectáreas de bosques y pajonales, la muerte de enorme cantidad de animales por el fuego, la desaparición de fuentes de agua. Lo peor es que en los últimos años, los incendios afectan a más de 40 territorios indígenas del oriente y la Amazonia, los cuales están en riesgo de extinción al perder su hábitat natural y ser obligados a migrar sin rumbo cierto. Pero las autoridades nacionales se muestran impasibles ante el sufrimiento de los nativos agobiados por el fuego.
Al parecer, el gobierno de turno tiene el velado propósito de seguir entregando tierras a agroindustriales y migrantes afines al MAS en el oriente, pensando posiblemente que es el camino para salir de la crisis económica actual. Lo insólito es que, por este afán gubernamental, podrían desaparecer pueblos nativos, es decir, a manos de un régimen de raigambre “indígena”.
Pueblos indígenas en riesgo de extinción
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