Los países ingresaron en un período de estancamiento económico. Bolivia desacelera su economía y hay riesgo de enfrentar una estanflación o repetir el indicador de la pandemia, una recesión. La devaluación del boliviano frente al dólar paralelo de 40%, ha afectado a los más vulnerables, en especial del sector informal, pues este no recibe aumento salarial sino que tiene un sueldo de sobrevivencia. Un mundo con bajo crecimiento es un mundo desigual e inestable, señala la jefa del FMI, Kristalina Georgieva.
Los períodos largos de crecimiento económico lento pueden provocar un repunte en la desigualdad. No obstante, un conjunto equilibrado de políticas puede prevenir ese desenlace, indica Georgieva en su artículo: “Un mundo con un crecimiento bajo es un mundo desigual e inestable”, en el bloque del Fondo Monetario Internacional (FMI).
La economía mundial se ha atascado en un ritmo bajo de crecimiento, lo que podría suponer un serio revés en la lucha contra la pobreza y la desigualdad.
Para el economista Darío Monasterio, Bolivia ingresó en una segunda ola de desaceleración; la primera empezó en 2015 y terminó en 2019, la segunda en 2022 y en 2024 podría registrar la más baja de los últimos años.
Como se recordará, Bolivia en 2021 creció por rebote estadístico en 6,1%, pero en 2022 la cifra cayó a 3,5% y en 2023 siguió la tendencia, registró 3,1%. Para la presente gestión, el Gobierno proyectó un crecimiento de 3,71%, sin embargo, organismos internacionales como el FMI, el Banco Mundial y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estiman que será menos de 2%.
Aunque el presidente Luis Arce no reconoce la crisis económica, pues argumenta que Bolivia registra la inflación baja y que está en crecimiento, pero en una presentación por televisión boliviana, hace semanas atrás, reconoció que el Gobierno pasa por una iliquidez de divisas, por la caída de la venta de los hidrocarburos y de producción de gas.
El economista Gonzalo Chávez señaló, en su momento, que el Gobierno registra iliquidez e insolvencia, aunque autoridades del sector económico indicaron que solo es iliquidez temporal, tal como lo dijo el Presidente en entrevista con Bloomberg en línea, hay una crisis de divisas, pero es temporal.
En la última actualización del informe Perspectivas de la economía mundial que publica el FMI, se espera que el crecimiento mundial se sitúe en 3,2% este año y 3,3% en 2025, muy por debajo del promedio de 3,8% registrado desde el comienzo de siglo hasta la pandemia. Por otro lado, nuestras proyecciones de crecimiento a mediano plazo siguen languideciendo en los niveles más bajos registrados en décadas, explica la ejecutiva del organismo internacional.
Georgieva reflexiona que a medida que nos alejamos de los años de crisis de la pandemia, necesitamos evitar que el mundo caiga en un período prolongado de crecimiento anémico que perpetúe la pobreza y la desigualdad.
La pandemia ya ha supuesto un revés en esta lucha: la pobreza extrema creció tras décadas de descenso continuado, mientras que el hambre en el mundo aumentó y la reducción de la desigualdad a largo plazo entre países se estancó.
Estudio
Un nuevo estudio del FMI, sugiere que los períodos de estancamiento que duran cuatro años o más tienden a provocar, dentro de los países, un aumento de la desigualdad de ingresos que roza el 20%, lo que supera considerablemente el aumento debido a una recesión.
Durante los períodos de estancamiento, los niveles pobres de creación de empleo y crecimiento de los salarios provocan el aumento del desempleo estructural y reducen la porción del ingreso de un país que acaba en manos de los trabajadores. Estas fuerzas, combinadas con un espacio fiscal limitado, tienden a agrandar la brecha entre la cúspide y la base de la pirámide del ingreso.
La ejecutiva del FMI advierte que mientras más tiempo la economía se encuentre atascado en un crecimiento bajo, más desigual será el mundo, lo que lo considera un revés.
Propuestas
La ejecutiva sugiere varias alternativas para aumentar el crecimiento económico, como promover la competencia y mejorar el acceso al financiamiento que podrían hacer que los recursos fluyan de manera más eficiente y se incremente la productividad y el empleo.
Además resalta que el libre comercio como motor del crecimiento y la creación de empleos, juega un papel importante.
A esos planteamientos, también sugiere incentivos y modificaciones en las políticas tributarias en favor de los más vulnerables de la sociedad.
Empresarios y economistas sugirieron a las autoridades nacionales, ampliar la base tributaria, y llegue a los cocaleros, cooperativistas mineros y grandes comerciantes; mientras bajar el porcentaje para el que cumple con los impuestos.
“El desafío es que muchas economías se enfrentan a intensas presiones fiscales. En los países en desarrollo, los costos de servicio de la deuda se llevan hoy por hoy una fracción mayor de los ingresos tributarios, en un momento en el que esos países se enfrentan a una lista creciente de demandas de gasto, desde inversiones en infraestructuras hasta el costo de la adaptación al cambio climático”, sostiene.
En Bolivia, el gobierno acude a la deuda externa, así como a la venta de oro y de las reservas internacionales para cumplir con sus obligaciones internacionales, ya que los ingresos son insuficientes para cubrir sus gastos, debido a la caída de los ingresos del gas.
El FMI asegura que en los países en desarrollo, existe amplio margen para incrementar los ingresos mediante reformas tributarias, llevándolos hasta niveles del 9% del PIB según nuestros estudios, apunta.
“Ahora bien, es fundamental adoptar un enfoque progresivo, lo que significa que hay que asegurarse de que quienes pueden permitirse pagar más impuestos contribuyan de manera justa y proporcional”, manifiesta.
Finalmente, asegura que se necesita una red mundial de seguridad financiera fuerte para los países que precisen apoyo. Con este objetivo en mente, el FMI trabaja en un paquete de reformas que se aplicarán a los mecanismos de préstamo.