Quienes detentaron el Poder, bajo el influjo de cierta ideología, incurrieron en despropósitos inconcebibles. Lo utilizaron para destruir la imagen y trayectoria de quienes pensaban diferente. Abrieron las cárceles para encerrarlos. Hechos que se han registrado, como es de conocimiento público, en democracia, recuperada con sacrificio en 1982. Fueron recurrentes tales actos. Quizá se repitan más adelante, a pesar de que empañaron el legado democrático de nuestros mayores y frustraron las expectativas de lograr convivencia pacífica y civilizada. Que significaron retroceso y desengaño, en una coyuntura donde debería imperar el dialogo. Los errores y excesos cometidos a la sombra del Poder, aceleraron el desgaste de todos los que asumieron posturas autoritarias.
Otros actuaron con sentido común y vocación de servicio a la Patria. Pensando en un futuro llevadero, en particular. Ratificando su sometimiento a la ley y su solidaridad incondicional con los desfavorecidos que, hoy como ayer, padecen porque la moneda nacional ha perdido su poder adquisitivo y no les permite llenar la canasta familiar. “La caída de la producción de GAS, se indicó, provocó menos ingresos de dólares al país” (1). A raíz de ello tenemos una situación económica complicada. No se han servido, por lo visto, del Poder, sino que estuvieron al servicio de la ciudadanía, entre pobres y ricos. Y honraron, en lo posible, las ofertas electorales.
“¿Le gusta el Poder?”, le preguntaron a un dignatario de Estado. “Me gusta –contestó– para servir, no para servirme de él. El Poder es una gran oportunidad para servir a los que más necesitan”. “¿Cómo se puede ejercer de la mejor manera el Poder?”, fue otro interrogante. A lo que respondió: “Honestamente, de forma transparente, es la única manera de ejercer el Poder a cabalidad, no aprovecharse de él, de lo contrario uno termina mal” (2). Estas declaraciones fueron hechas poco antes del año 2000.
El Poder debería significar no solo apego, sino servicio a la comunidad nacional, sin regionalismo, ni favoritismo ni discriminación. Y no se debería utilizar el Poder para fines particulares o para enriquecerse con recursos fiscales. Se debería reducir, inclusive, los exorbitantes haberes de quienes detentan el Poder, en tiempos de crisis económica. No es justo que haya “empleados” con elevados haberes, mientras la ciudadanía se empobrece. Adquirir artículos alimenticios, como el arroz, por ejemplo, resulta difícil para las personas de escasos recursos. Tan solo priorizando la unidad, con inclusión, se logrará construir una Bolivia nueva y competitiva.
En suma: el Poder debería ser usado con responsabilidad y transparencia, para el interés común. En democracia, más que todo.
NOTAS
(1) “Problemas de iliquidez e insolvencia afectan a la economía nacional”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 17 de noviembre de 2023.
(2) “Síntesis”, año 1, N° 6, diciembre de 1999. Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, Industrias Gráficas SIRENA Color. Pág. 9.