Mientras marchistas collas hacían su ingreso a la sede de gobierno, en procura de destronar al presidente que ellos mismos pusieron, bajo las consignas de «¡Evo presidente!» y «¡Luis Arce traidor!», una pacífica marcha de indígenas guarayos y chiquitanos se preparaba para ingresar a Santa Cruz de la Sierra, protestando, con dolor patriótico, por los incendios y la crisis ambiental, en el mismo día en que esa bella como bendita tierra oriental celebra su efeméride departamental.
La mencionada caminata guiada por el mismo Evo Morales tuvo inicio el martes 17 de septiembre, en la localidad orureña de Caracollo, distante a 185 kilómetros de La Paz y, según sus organizadores, tenía el objetivo de “salvar Bolivia”, porque el ex Ministro de Economía del líder cocalero tiene «hundido» al país, con una crisis económica que se refleja en la falta de dólares y la escasez de combustible. Asimismo, los motivos esenciales son el reconocimiento del congreso de Lauca Ñ por parte del Tribunal Electoral, que habilite a Morales para volver a reelegirse.
Ante este episodio, el Ministro de Gobierno y la Ministra de la Presidencia calificaron a ese evento como: «marcha de la muerte», denunciando varios incidentes violentos, como el enfrentamiento que tuvo lugar en la localidad de Vila Vila, donde se reportaron algunos heridos y periodistas golpeados.
Ahora bien, que sepamos, ambos grupos convocaron a congresos para cambiar sus directivas empero, dichas convocatorias no contaron con el debido respaldo del Tribunal Supremo Electoral, para cuyo efecto este poder del Estado insiste en que debe existir un consenso entre ambos bandos. Además, el proceso de las elecciones primarias que pudo allanar dicho entuerto ya no existe, precisamente por decisión parlamentaria de los mismos masistas gubernistas y opositores. En medio de este escenario que linda con el surrealismo y la ridiculez, surgen las acusaciones mutuas, sobre la crisis económica que padece Bolivia, efectuadas por ambos contrincantes, otrora socios del gobierno de los 14 años, caracterizado por la más vil rapiña y despilfarro.
Por una parte, Morales culpa a su exministro, a quien tacha de simple cajero; de haberse «vendido a la derecha» y de querer «achicar el Estado» como dicta la “fórmula del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional” razón suficiente para la crisis. Además, lo acusa de no cambiar a tiempo la matriz energética del país al «no seguir sus consejos». ¡La ignorancia es atrevida! Del mismo modo, advierte que, si sus demandas de destituir a cuatro ministros y otras por el estilo no son escuchadas, él mismo realizará una huelga de hambre y, a principios de octubre, sus huestes bloquearán carreteras en todo el país.
Por su parte, Arce culpa Morales de no haber invertido en nuevas exploraciones para la obtención de gas natural, producto del que hasta hace poco dependía la economía boliviana, siendo sus principales clientes Argentina y Brasil. Señala igualmente, el total fracaso que significaron sus proyectos de extracción de litio, por medio de piscinas de evaporación.
En uno de los lúcidos artículos que don Andrés Gómez V. gentilmente nos ofrece, se refiere a la “la marcha sobre Roma” que el Partido Nacional Fascista de Italia, liderado por Benito Mussolini decidió realizar en octubre de 1922, bajo la clara y tajante consigna: “¡O nos dan el Gobierno o iremos a Roma a tomarlo!”. Echando mano a la frase: «La historia se repite, primero como tragedia, luego como comedia» atribuida a Karl Marx, antípoda de Mussolini, esa histórica frase adquiere hoy, una credibilidad sorprendente, como si el filósofo judío hubiese estado en El Alto asistiendo a la marcha de una indescifrable Bolivia.