Me dirijo a ustedes con un sentido profundo de urgencia, solicitando la intervención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ante la devastadora oleada de incendios forestales que azota Bolivia, Brasil, Perú, Paraguay, Ecuador y Argentina. Esta crisis ambiental ha consumido millones de hectáreas de bosques y ecosistemas irrecuperables, poniendo en grave peligro no solo la rica biodiversidad de nuestra región, sino también el equilibrio del planeta entero.
Los incendios que han consumido gran parte de la Amazonía y otros lugares, son un triste recordatorio de nuestra vulnerabilidad y la fragilidad de la naturaleza que nos rodea. Este desastre trasciende fronteras, afectando a todos sin distinción. La Amazonía, aclamada como el pulmón del mundo, es esencial para la regulación del clima y la regulación de oxígeno.
Los esfuerzos de los gobiernos han resultado ser inadecuados ante la magnitud de esta crisis. La escasez de recursos, la falta de coordinación y la insuficiencia tecnológica han permitido que estas llamas sigan arrasando, destruyendo hábitat y todo a su paso.
La situación es crítica, millones de seres vivos han perdido la vida y con ello, un futuro esperanzador. La toxicidad del humo generado está afectando la salud de innumerables personas en Sudamérica, con un nefasto alcance a la calidad de aire que todos compartimos. Este humo, que no conoce fronteras, se convierte en una amenaza real para la salud pública que da la vuelta al mundo.
Frente a esta tragedia, la responsabilidad de actuar recae sobre todos. La comunidad internacional no puede permanecer en silencio ante esta emergencia ambiental. Es imperativo que la ONU, con el consentimiento soberano de cada nación afectada, movilice todos sus recursos disponibles y tecnologías utilizables para combatir estos incendios.
Necesitamos un enfoque integral que contemple acciones directas de combate al fuego, sistemas de monitoreo ambiental y planes de recuperación que restauren nuestros ecosistemas devastados.
Este es el momento preciso para actuar con firmeza y determinación. La intervención no debe limitarse a apagar las llamas. Es igualmente crucial proteger la biodiversidad y brindar apoyo a las regiones afectadas.
Los gobiernos de estos países se encuentran sobrepasados y requieren nuestra ayuda. Solo a través de la colaboración internacional podremos marcar la diferencia entre la devastación irreversible y la recuperación.
Hago un llamado apremiante a la acción. No podemos permitir que la Amazonía, un invaluable patrimonio de la humanidad, se convierta en cenizas.
La vida en nuestro planeta depende de la integridad de los ecosistemas afectados, selvas, bosques, valles y pampas. La ONU, debe convertirse en la voz que resuene con fuerza en esta crisis, movilizando todos sus esfuerzos para proteger no solo a Sudamérica, sino a la humanidad en su conjunto.
El autor es abogado boliviano.