domingo, septiembre 29, 2024
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Drama por conseguir agua se prolonga en Santiago de Cuba

Mari, de 83 años, vive en el distrito José Martí, un conglomerado de edificios ubicados en el noreste de Santiago de Cuba. La cocina y el patio de su apartamento, en el quinto piso de la agrupación L, están ocupados por tanques de metal de 55 galones, colocados en el suelo y en una instalación elevada. En total tiene seis tanques, pero son insuficientes para cubrir el ciclo irregular de suministro de agua, con un promedio de 20 días.

«Hoy cumplimos 19 días sin agua. Por mucho que ahorro, no alcanza; los tanques me dan máximo para diez días», explica consternada. «Mi marido y mi hijo llevan una semana cargando agua. Se levantan y ya bajan con los botellones, pero el agua que cargan sólo alcanza para un día», agregó.

El botellón (los más usados son de 50 litros) le sirve para cocinar los pocos alimentos que consigue y para el aseo personal. Por la tarde vuelven a cargar y así dejan un poco para la mañana siguiente. El esposo de Mari, camionero retirado, se busca un dinerito vendiendo cigarros en el parque y su hijo enfermo le ayuda. La familia no puede darse el lujo de comprar agua «por la izquierda».

La crisis del abasto del agua potable en Cuba es un problema nacional. En Santiago de Cuba, según el diario oficial Gramma, las presas de los municipios están abastecidas, pero no ocurre lo mismo con aquellas de las que depende la ciudad cabecera de la provincia, que están por debajo del 50%.

Las roturas de equipos de bombeo, y los constantes y largos apagones que sufre el país, no permiten cumplir las planificaciones de distribución establecidas para los diversos circuitos; a ello se suman las viejas infraestructuras, que acumulan averías y salideros. En las ciudades más pobladas, como La Habana y Santiago de Cuba, el alargamiento de los ciclos de abasto es dramático y la población no tiene lugares seguros donde adquirir agua.

Carlos Alberto carga agua para los vecinos. Tiene 54 años y es el «mandadero» del barrio. Además, busca pan y hace las colas para las compras. En estos días los clientes le sobran, no da abasto. Cada mañana monta botellones o un tanque de 55 galones en una carretilla de madera, hecha por él, para ir buscar agua.

Cuenta que usualmente se abastece en las cisternas de la escuela de Micro 2, las de los puntos de gas y las fábricas cercanas. «Cobro 200 pesos por tanque, pero otros cobran hasta 500. Los botellones los cobro a 50 pesos. El problema es que todo el mundo mete su cubo en la cisterna para sacar agua, así que no es segura para tomar, aunque la gente se la toma igual», afirmó.

«Agua completamente limpia no hay en ningún lado. Muchas veces la que viene por tubería está turbia, por lo menos esta es clara», señaló. En mayo el color del agua era marrón oscuro y, aunque la población se quejaba, no tuvo otra opción que consumirla.

El director nacional de Recursos Hidráulicos, Antonio Rodríguez, en una visita realizada a mediados de septiembre a Santiago de Cuba, señaló que el abastecimiento de agua tiene «como limitantes que la asignación de combustible para la realización de actividades fundamentales, está al 52% del plan operativo en el país, donde septiembre fue uno de los meses de mayor complejidad».

También indicó que entre otras problemáticas está la inestabilidad del fluido eléctrico y del abastecimiento de productos químicos para el tratamiento del agua, para lo que se buscan alternativas.

Dania, de 52 años, trabajadora de una MIPYME y también residente en el distrito José Martí, considera que las explicaciones del Gobierno son insuficientes. «Aquí cuando no es una cosa es otra», señaló. «Mira el tanque que tengo en el balcón, por gusto, para aguantar más de 15 días sin agua es necesario tener una cisterna para cada apartamento. Todo son justificaciones: que si se rompió la bomba que lleva el agua a Micro 9, que no hay corriente, que la presa Chalons está vacía. Vivimos en una incertidumbre total, no sabemos cuándo llega nada, ni el agua, ni la comida, ni los medicamentos».

La falta de información forma parte de la cotidianidad del ciudadano cubano. Los apagones, según dice el Gobierno, contribuyen a ello, pero también la opacidad de las autoridades sobre problemas medulares crea incertidumbre. Los nuevos ciclos del agua, a pesar de su prolongación, no fueron informados oficialmente por las autoridades de Aguas Santiago, a pesar de que el director de Recursos Hidráulicos, Antonio Rodríguez, «destacó la importancia y necesidad de la comunicación oportuna con la población».

«El país está al garete, el Gobierno no da un ciclo de agua porque no lo puede cumplir; es así de sencillo», señaló Dania. «Te dicen que todo está asegurado, pero no se saben las fechas, ni los ciclos. Cuando llega el agua, es una locura, tienes que dejar de trabajar porque hay que aprovecharla para lavar, baldear y llenar hasta el último pomo y vasija, pues tampoco sabes cuánto dura, que generalmente es un día», señala.

El semanario Sierra Maestra, órgano oficial del Partido Comunista en Santiago de Cuba, publicó que, «a fin de reducir la dependencia del bombeo a la red nacional de electricidad, se agiliza todo lo posible la instalación de 722 equipos con alimentación energética solar». El Gobierno reconoció que el sistema hidráulico es el segundo mayor consumidor eléctrico del país, después de la población, y por ello espera que la introducción de energías renovables mejore a mediano plazo la crisis del abasto de agua.

A los santiagueros la noticia no les da esperanzas de resolución del problema. «Necesitamos presente», sostuvo Dania. «En mis 52 años nunca tuve agua corriente más de 24 hora seguidas. Eso de los paneles solares, ni ellos mismos se lo creen. La realidad en nuestro país es que nada funciona», concluyó. (DDC)

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