sábado, octubre 5, 2024
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Recordando a indígenas agredidos en Chaparina

Ha pasado sin pena ni gloria la llamada “Marcha para salvar a Bolivia”, llevada adelante por el sector evista, con la supuesta intención de pedir soluciones al gobierno de turno para problemas como la escasez de dólares, de combustibles y otros que agobian al país. Ante la indiferencia de los habitantes de la ciudad de La Paz, llegaron e hicieron una serie de demandas de difícil cumplimiento, debido a la gravedad de las dificultades y al escaso plazo que se dio para que sean resueltas.
Dicha marcha, según la opinión pública, tenía el propósito de demostrar el apoyo popular que tiene el cocalero Evo Morales y que sea habilitado como candidato del MAS para las elecciones generales del año 2025. No importa que el expresidente no haya respetado un referéndum, que provocó una insurrección popular que lo hizo renunciar a la presidencia y huir, o que sea coautor del desastre económico al que el masismo ha llevado a Bolivia.
Muy diferente ha sido la marcha de los indígenas del oriente boliviano, realizada hace 13 años para pedir que el Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) no fuera dividido en dos por la construcción de una carretera. Esa marcha indígena solicitó que el entonces presidente Evo Morales saliera a su encuentro, lo que no ocurrió. Los indígenas marchistas pasaron por varias poblaciones, sin que hubieran tenido éxito las negociaciones con ministros enviados al lugar para detenerlos. Eso sí, los llamados interculturales intentaron bloquear la marcha.
El 25 de septiembre de 2011, cuando los marchistas descansaban en Chaparina fueron sorprendidos con una brutal represión policial y el uso de gases lacrimógenos provocó una desbandada. Sin consideración, marchistas fueron apaleados, amarrados y subidos en buses y camionetas rumbo a un aeropuerto. Algunos lograron ponerse a buen recaudo. Lo inaudito es que los principales autores de semejante atropello contra indígenas, autoridades del gobierno de Morales, no son investigados por este caso de violenta represión.
A pesar de todo, días después, los marchistas volvieron a caminar desde Quiquibey con rumbo hacia la ciudad de La Paz. Finalmente, la caravana indígena que había partido desde Trinidad llegó a la sede de gobierno, donde fue recibida con innumerables muestras de aprecio y solidaridad por su defensa del Tipnis, reserva natural de inconmensurable valor para todos los bolivianos. Por otro lado, cooperativistas mineros, gremiales y campesinos afines al MAS salieron a las calles para “defender el proceso de cambio”.
Como se advierte, nuestra sociedad sabe diferenciar a una verdadera marcha indígena que lucha por sus derechos, de otra con objetivos políticos mezquinos, solo para habilitar la candidatura de Morales para los próximos comicios generales.

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