Una nueva propuesta de ley federal en Estados Unidos busca prohibir la venta de automóviles que utilicen sistemas o software procedentes de China o Rusia. Según esta iniciativa, a partir de 2027 se prohibiría la comercialización de vehículos con software de conectividad de estos países, y desde 2030 se vetaría la venta de aquellos que contengan hardware relevante fabricado en China o Rusia. La ley se enfoca en componentes como unidades de control telemático, módulos de conectividad por Bluetooth, satélite y WiFi, así como software ADAS, incluso si el vehículo fue ensamblado en EE.UU.
Actualmente, varios modelos nuevos incluyen software y componentes chinos, como el Cadillac XT4, CT4 y CT5, el Buick Encore GX y Envision, el Hyundai Kona EV, el Ford Mustang Mach-E, el Volvo S90, el Lincoln Nautilus y el Polestar 2.
El Departamento de Comercio de EE.UU. busca evitar que el software y hardware de proveedores chinos o rusos puedan controlar los vehículos conectados y autónomos en circulación. Para ello, el Gabinete de Industria y Seguridad (BIS) presentó una propuesta que prohíbe la comercialización de vehículos con software de conectividad extranjero a partir de 2027 y restringe la venta de vehículos con componentes electrónicos relevantes a partir de 2030 (o desde el 1 de enero de 2029 para modelos no renovados).
La ley impediría la venta de vehículos con sistemas que permitan la comunicación externa, incluyendo unidades de control telemático y módulos de conectividad. También abarcaría partes del software que podrían permitir que un vehículo opere sin conductor, incluso si este fue fabricado en EE.UU.
La secretaria de comercio, Gina Raimondo, expresó que «los coches modernos cuentan con cámaras, micrófonos, geolocalización GPS y otras tecnologías conectadas a Internet. Es fácil imaginar la amenaza que un adversario extranjero podría representar para la seguridad nacional y la privacidad de los ciudadanos estadounidenses».
La propuesta ya ha sido publicada en el Registro Federal de EE.UU. y está en periodo de alegaciones públicas antes de su posible aprobación. Sam Fiorani, vicepresidente de prospectiva mundial sobre vehículos en AutoForecast Solutions, señala que desde la invasión rusa a Ucrania en 2022, los componentes rusos han desaparecido en gran medida de las cadenas de suministro occidentales.
Desde la pandemia del Covid-19, China y Rusia han fortalecido sus relaciones diplomáticas, mientras que los fabricantes chinos han ido desplazando a marcas extranjeras en su mercado local. Además, la pandemia provocó una grave escasez de semiconductores en diversas industrias, lo que llevó al Congreso estadounidense a aprobar en 2022 la iniciativa CHIPS and Science, que destina 280 millones de dólares a la investigación y desarrollo de microchips en EE.UU.
La tensión diplomática entre EE.UU. y China se intensificó aún más con una ley firmada por el presidente Biden en abril, que otorgó un año a ByteDance para vender TikTok antes de que esta red social fuera retirada del mercado estadounidense.
Entre los nuevos vehículos que se comercializarán en EE.UU. en 2025 y que contienen una cantidad significativa de software y componentes chinos están el Cadillac XT4, CT4 y CT5, así como el Buick Encore GX, con un 15% de piezas afectadas; el Hyundai Kona EV con un 50% y el Ford Mustang Mach-E con un 51%.
En cuanto a modelos construidos en China y vendidos en EE UU, los porcentajes se disparan. El Volvo S90 T8 Recharge tiene un 70% y el S90 B6 un 75% incluyendo el motor. El Lincoln Nautilus, el Buick Envision y el Polestar 2 tienen respectivamente un 87%, un 90% y un 95% de piezas afectadas incluyendo el motor y la transmisión.
Sin embargo, el problema de la privacidad no se limita al software y el hardware procedente de países poco amistosos. El pasado septiembre, el gigante del software libre Mozilla Foundation impuso a 25 marcas de coches presentes en EE UU con su etiqueta ‘Privacy Not Included’, calificando los vehículos de producción como «la peor categoría de productos en cuanto a privacidad» de todas las analizadas.
La Alliance for Automotive Innovation (AAI), con sede en Washington y que representa a 43 compañías de automoción incluyendo las principales en Norteamérica, expresó algunas discrepancias acerca de la propuesta de ley del Departamento de Comercio.