Mediante las redes una compañera de labor pedía mi opinión sobre que las personas que disponían de alto poder adquisitivo solían utilizar hoy, un atuendo mucho más cómodo, diario (ropa deportiva, por ejemplo), donde no necesariamente su entorno (oficinas, empresa, negocio particular, etc.) era para ese tipo de vestuario. Entiéndase, predominaba la comodidad, a lo que se sumaba no perder tiempo con todo el protocolo correspondiente.
Pero sin menospreciar el factor o económico, considero que es racional que se busque la comodidad para todos y en todo, NO en el sentido de la desidia, pereza, en fin, sino acomodarse con lo que se tiene.
Creo que es momento de arribar a la definición de comodidad, para analizar posteriormente el título de este artículo. ¿Comodidad? Cosa (normalmente material) que hace la vida más fácil, hace sentirse cómodo o facilita la estancia en un lugar o la realización de ciertas tareas. Definición que resulta un referente, pues para lograr lo que se desea se debe trabajar mucho y dependiendo de ello –de forma gradual– crear las condiciones necesarias para sentirse bien, satisfecho, y no solo en lo personal, sino que también el entorno más cercano, sea partícipe de ello.
Vamos a lo bipolar, donde hago alusión a lo completamente opuesto.
¿Tener dinero es directamente proporcional o inversamente proporcional (polos opuestos) a lograr la comodidad? Es posible que unos piensen que sí, más poder adquisitivo, más comodidad en función de la meta que nos trazamos, a lo que se aspira, eso sí, estudiando mucho, trabajando (o ambos inclusive). Otros pensarán que no, ya que se puede tener “todo”, pero no ser feliz.
Vamos con dos ejemplos, para tratar de hacer más gráfico el asunto, el primero: Una vez le dije a mi padre que me comprometía a tener buenas notas si me regalaba un objeto material determinado, pero no obtuve “eco” en ese momento. No obstante, le mostré el boletín de notas donde había cumplido con mi auto compromiso, sin embargo, se mantuvo la ausencia de una respuesta que me hiciese sentir cómodo/feliz.
Muchos años después me respondió, “¿recuerdas cuando me pediste que te regalara…?, no lo hice porque había que mantener una casa, a tus hermanos pequeños, ahora que eres adulto podrás comprenderlo».
Vamos al segundo ejemplo: A una de mis mascotas, llamada Nina, le compramos una camita para que durmiera y que a la vez le abrigase en la noche, cuando descendían un poco la temperatura (frío), pero cometí un grave error, el lugar de descanso le quedaba muy apretado.
¿Cuál fue su respuesta? Acomodarse a las condiciones –obviamente no dependía de ella resolver el problema– (al igual que a mí, según el primer ejemplo en ese momento, lo cual fue una lección de cuándo deseas algo para sentirte cómodo/feliz)
No queda duda que la contradicción entre el sí y el no, estará en la educación que los padres podamos brindar a nuestros hijos o bien la que recibimos en su momento.
El dinero no lo es todo; pero si crear las condiciones necesarias para ir construyendo tu propia comodidad (por favor, retroceda al párrafo tercero y lea nuevamente la definición de comodidad), con mucha firmeza, decisión, y perseverancia, lo cual te hará sentirte cómodo y feliz.
Nota: un mes después, pude comprarle una nueva camita a Nina.
El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas.