Una escalofriante noticia ha servido de desayuno al pueblo boliviano: el crecimiento de la deuda externa y la casi imposibilidad de amortizar y pagar los intereses correspondientes a bancos internacionales. El gobierno de turno tiene el fuego en sus manos y no tiene cómo pagar los préstamos externos, sus intereses y enfrenta la posibilidad de no honrarlos y tener que recurrir a la declaratoria de quiebra, después de que, desde el año 2006, los gobiernos masistas malgastaron la enorme cantidad de recursos económicos que ingresaron principalmente por la venta de gas a países vecinos. Ahora en casi extinción la producción gasífera, las Reservas Internacionales Netas (RIN) han bajado a un nivel ínfimo, además por la creciente parálisis de las exportaciones de algunas materias primas, lo que causa escasez de dólares.
La noticia se perfilaba desde hace tiempo, desde que el régimen populista que está en vigencia casi veinte años, derrochaba ingentes cantidades de dólares, que ingresaban por la explotación despiadada de recursos naturales, como gas, minerales, soya y otros. Es necesario recordar que, durante el siglo pasado, solo una vez Bolivia registró una situación similar y se debió a factores externos, como el crack mundial de la economía capitalista y no a causas internas, como ocurre en la actualidad.
Esa crisis del pasado, originada por la caída de los precios del estaño y por préstamos externos, así como por la parálisis de la economía, se produjo durante los gobiernos de Hernán Siles Reyes y Daniel Salamanca, quienes se encontraron sin fondos para pagar las deudas acumuladas por regímenes anteriores. Es más, esa suspensión del pago de los intereses, determinó que organismos internacionales suspendan toda clase de créditos a Bolivia, que llegó así a un estado de indigencia.
Entonces ningún banco aceptó dar créditos a Bolivia, acusándola de gastos impertinentes y mal manejo económico. Lo peor fue que la crisis mundial resurgió y se agravó cuando se perfiló en el horizonte una guerra con Paraguay, que estalló en septiembre de 1932, cuando nuestro país estaba en quiebra y nadie quería darle préstamos. Inclusive el magnate Simón Patiño le negó a Salamanca un crédito para comprar armas, pues le dijo que “no tenía plata”, mientras Nicolás Suárez, el llamado rey de la goma, hizo un importante aporte, junto con algunos ciudadanos nacionales. También hubo colectas entre la población.
Actualmente, el gobierno del Estado Plurinacional enfrenta una situación mucho más grave, debido a que también la economía interna está en ruinas, ya que en casi veinte años anteriores fugaron del país más de 60 mil millones de dólares que, de haber sido invertidos en obras de producción, habrían evitado el derrumbe que ahora no solo agobia al Estado, sino a todo el pueblo boliviano.
La increíble noticia que recibe el país es como un balde de agua helada, pues la agencia Standard & Poors (S&P) ha informado que Bolivia tiene una “débil capacidad” para pagar la deuda externa.
Deuda externa, salto al abismo
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