domingo, diciembre 22, 2024
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Chuquisaca

Ocho procesadoras de alimentos en riesgo de ser “elefantes blancos”

Las alarmas están encendidas en Chuquisaca. Ocho plantas procesadoras de alimentos, financiadas con una millonaria inversión estatal que supera los 650 millones de bolivianos, corren el grave riesgo de quedar inactivas, transformándose en “elefantes blancos”. La causa de esta potencial tragedia económica es clara: la falta de insumos agrícolas suficientes para iniciar su funcionamiento.
El secretario Departamental de Cultura, Turismo, Desarrollo Productivo y Empleo, Félix Almendras, advirtió que la producción de materias primas como el maíz, ají y maní ha caído drásticamente desde 2005, una situación que amenaza la viabilidad de estas plantas. Según Almendras, “si no hay materia prima, las plantas están condenadas a convertirse en elefantes blancos”.
La planta procesadora de alimentos en Monteagudo, que recibió un financiamiento de 140 millones de bolivianos, está diseñada para transformar productos como maíz, ají, maní, sésamo y algarrobo. Sin embargo, la producción local ha disminuido drásticamente, lo que compromete su operatividad. La situación se replica en la planta de Incahuasi, con una inversión de 161 millones de bolivianos, que debía procesar maíz, papa y cereales, pero enfrenta la misma escasez de insumos.
Otras plantas, como las de El Villar, Alcalá, Azurduy y Sucre, destinadas a la producción de alimentos balanceados, dependen principalmente del maíz. Pero sin materia prima suficiente, su futuro es incierto. La planta procesadora de frutas en Presto, cuyo costo fue de 12 millones de bolivianos, tiene capacidad para transformar más de 2.000 toneladas de chirimoya y la producción actual no alcanza ni una cuarta parte de esa capacidad.
El ejemplo más desolador es el molino construido en Redención Pampa, municipio de Mojocoya. Esta planta, financiada por la Gobernación de Chuquisaca y la Alcaldía de Mojocoya, ya es considerado un “elefante blanco”. Sobredimensionada y sin suficiente trigo en la región, apenas alcanza a cubrir el 5% de su capacidad instalada.

CRISIS PROFUNDA
El problema no se limita solo a las plantas procesadoras. La región ha experimentado una drástica reducción en la producción de cultivos clave. El ají, por ejemplo, ha visto una caída del 40% en su producción entre 2010 y 2023. En tanto, Almendras atribuye esta crisis a varios factores: los altos costos en el mercado nacional, el contrabando de ají desde Perú y la falta de inversión en tecnología y recursos hídricos.
El expresidente del Comité Cívico, Jhon Cava, coincide con esta preocupación. “La situación es lacerante. Sin agua, no hay oportunidades para quienes se dedican a la producción de alimentos”, advirtió.
Según Cava, el agotamiento de los recursos hídricos ha dejado a los productores locales en una situación desesperada, agravando la falta de insumos y la productividad. (Sucre, Erbol/Periodismo que Cuenta)

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