domingo, octubre 13, 2024
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Crónica de una catástrofe ambiental anunciada

A pesar de que, desde hace algunos años, organizaciones ambientalistas alertaron que zonas del oriente y norte del país están en riesgo de desaparecer si las autoridades nacionales no adoptan medidas de prevención ante la proliferación de incendios forestales, poco se hace en ese sentido. Y a partir del año 2006, cuando el MAS asume el gobierno, se intensifica el traslado de los llamados interculturales a esas regiones, ricas en recursos naturales y donde están parques nacionales.
Desde entonces, inclusive “áreas protegidas” son codiciadas por gente interesada en ampliar la frontera agrícola, así como extraer minerales y otros recursos naturales, sembrar coca ilegal, etc. Es decir que, por motivos económicos, principalmente, se producen esas incursiones a reservas naturales. Y a pesar de que algunos sectores nombrados se rasgan las vestiduras para negar que sea así, basta mencionar que el gobierno de turno está empeñado en contar con la mayor cantidad de biocombustibles, lo que implica aumentar el número de cultivos de sus ingredientes naturales. Mientras que interculturales y mineros siguen bregando, gracias a que son afines al masismo, por lograr concesiones dentro de los parques nacionales. Inclusive el gobierno de Luis Arce se comprometió a “flexibilizar” el veto a las quemas, mediante una “regionalización” de la “pausa ambiental indefinida”.
Por ello hoy, de acuerdo con ambientalistas, más de 10 millones de hectáreas han sido quemadas en un año, de las que 7 millones están en Santa Cruz. Por la falta de voluntad gubernamental para detener las quemas, han sido destruidos por el fuego millones de árboles, animales, vegetación y numerosos grupos de habitantes resultan afectados por intenso humo, inclusive en las ciudades. El considerado mayor desastre ambiental en Bolivia, ha causado daños gigantes a la población. Pero también los incendios afectan al Beni, norte de La Paz, Cochabamba, Chuquisaca, Tarija y Pando, sin que se sepa si han recibido toda la ayuda necesaria.
Lo cierto es que después de casi cuatro meses de incendios, se han vuelto incontrolables por la demora en aplacar los focos de calor, por no haber sido oportuna la declaratoria de desastre nacional para que llegue ayuda internacional, ante la incapacidad del país para combatir el fuego, a lo que se suma la falta de acceso a ciertas zonas, la falta de lluvias, y los vientos que intensifican las llamas.
Sin embargo, tendrá que llegar el momento de iniciar investigaciones, con apoyo externo, para dar con los responsables múltiples de tanta devastación, cuyas consecuencias se presagia que pueden causar en un futuro próximo grandes males, como la falta de agua y de alimentos. En todo caso, urge que los incendiarios que han atentado contra bienes naturales que son de todos los bolivianos no queden impunes, confiados en su influencia política.

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