La Convención firmada en Montevideo el 26 diciembre 1933, acerca del Asilo Político, en vigencia al 31 agosto 1959, no firmada entonces por Bolivia, en su Artículo 1, determinaba:
“No es lícito a los Estados dar asilo en legislaciones, naves de guerra, campamentos o aeronaves militares, a los inculpados de delitos comunes que estuvieran procesados en forma o que hubieren sido condenados por tribunales ordinarios, así como tampoco a los desertores de tierra o mar”. (“Manual de Derecho Diplomático”, cuyo autor es el profesor, abogado y notable diplomático boliviano, Carlos Trigo Gandarillas).
En apreciación de quien firma esta nota, gobiernos y sociedades cómplices, pleitistas y agresivas deterioran las relaciones internacionales, agravándolas con gestos inamistosos, profusión de asilados, exiliados y perseguidos por la critocracia política-judicial.
Menoscabo a la diplomática global, hoy dislocada en su ascendiente clásico; parsimoniosa y menos expeditiva, sin procura de desescalar tensiones caldeadas.
Excesos, crueldades, “escarmientos”, hacia mandatarios, líderes políticos o candidatos echados de su patria por el oprobio vesánico. En tiempos restrictos, cada vez más duros, éxodo de miles, quienes huyen desde Estados- ergástulas o “democracias constitucionales”, sumidero de vicios y pendencias.
Organismos y “comunidad” internacional, darían impresión de ser obsequiosas con el estado de cosas.
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Condensación:
En 1955, llamó la atención mundial un célebre caso, cuando el derrocado presidente argentino, Gral. Juan Domingo Perón Sosa, se adentró en busca de protección diplomática, en una cañonera militar paraguaya desartillada, anclada en el puerto de Buenos Aires, para ser carenada, es decir reparada.
Aquel 16 de septiembre, fue consumada la “Revolución Libertadora”, por sublevación de la marina argentina, encabezada por el discutido almirante Isaac Rojas. El Ejército actuó desde Córdoba. Con el Gral. Eduardo Lonardi, quien luego asumiría la presidencia de aquel país, desalojaron del poder al general Perón. “Me derrocó la clase parasitaria”, acusó.
El corresponsal del diario “Clarín” de Buenos Aires en Asunción, periodista Hugo Ruiz Olazar, (edición, viernes 19-04-24) anunció entregar una obra descriptiva de la odisea que vivió Perón, obligado a salvar el pellejo en circunstancias críticas, refugiándose en la embarcación militar “Paraguay”. La firme decisión guaraní de no entregarlo, no permitió requisa, ni desembarco alguno. El Estado paraguayo, acogió en situación de asilado político al ex gobernante, líder de los “grasitas” y “descamisados”. El régimen de Lonardi, entrababa cursar del salvoconducto respectivo. En aquel acorazado, construido en Estados Unidos, Perón hubo firmado su renuncia, condición insalvable para salir de la Argentina.
La bravía embarcación, escoltada por patrulleras navales, alcanzó aguas internacionales del Río Paraguay. En operación suicida, un hidroavión militar paraguayo, pilotado por los capitanes Leo Nowak y Ángel Souto, lo transportó al exilio asunceño.
Entrevistado el comandante del buque, entonces Capitán de Navío, posterior comandante de la Armada Paraguaya y presidente de los Marinos Veteranos, almirante César Cortesse, relató a Ruiz Olazar, el mortal ajedrez que durante 13 días los hizo permanecer en el lúgubre y precario refugio flotante, a merced de los golpistas, quienes movilizaron sus fuerzas para extraer a Perón por agua, aire, tierra y capturarlo “políticamente”. Aviones cazas argentinos intimidaban a la estoica tripulación guaraní, que salvó al ex mandatario.
Durante el reportaje, participó el galeno Rubén da Silva, jefe médico del buque “Humaitá”, (que actuó contra Bolivia en la Guerra 1932-1935) gemelo de la cañonera “Paraguay”. El entrevistado, contó que a horas 11, del 20 de septiembre/55, Perón ingresó a la emblemática embarcación amarrada en la Dársena D del puerto. Incontables antiperonistas pretendieron descargar su furia. No se supo si sobre el caudillo justicialista pesaban cargos penales.
A propósito de Bolivia, en la reunión Perón habló de la Guerra del Chaco y de la ayuda que Argentina brindó al Paraguay. Según el almirante Cortesse, el depuesto presidente argentino, dijo “yo ayudé mucho al Paraguay”. “Recordó que el suegro del almirante Carpintero, siendo teniente coronel, era quien compraba armas en Bélgica para el ejército paraguayo. Compraba a título del Ejército Argentino y luego el armamento era transferido al Paraguay”, revela Ruiz Olazar.
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Década 70, el elegido desde la primacía partidista de Perón, abogado Héctor Cámpora (murió refugiado en México), ejerciendo la presidencia argentina, y con un enroque electoral constitucional, tras 18 años, reinstaló al General en dicha función gubernamental. Ejerciéndola, JDP falleció en julio/1974). Le sucedió su cónyuge, la vicepresidenta María Estela Martínez.
En 1955, tenso en el mundo por la profusión atómica desatada por las potencias nucleares y otros episodios intranquilizantes, el Estado rojo, blanco, azul, férreo en sus vías diplomáticas y política exterior, protagonizó aquel capítulo histórico.
Desde una intrépida patrullera –caso inédito y curioso de refugio político– Paraguay irguió salvaguardia al Derecho Internacional en materia de asilo diplomático.
El autor es periodista – abogado.